viernes, 29 de febrero de 2008

EN AQUELLAS ÉPOCAS REMOTAS… (Las del mes pasado...)

-No vuelvo a tomar una sola copa de vino! Ya aprendí- decía alterado Don Antonio a cuanto empleado de la oficina se le paraba enfrente.

Y es que don Antonio era un viejo burócrata jubilado que a sus 80 años seguía dando lata por las oficinas de la dependencia ayudando a trabajadores a gestionar diversos documentos y constancias. Todos lo conocían y departían con él, e invariablemente terminaba su día comiendo abundantemente con algún compañero o ex compañero en alguna cantina, con sus tragos de por medio y la plática que nunca fallaba. Don Antonio Ramón y Epigmenio se reunían frecuentemente en el León de Oro de Tacubaya y solían pasar esas tardes arreglando el mundo.

-Pues ya era hora.- le seguía Don Ramón -Y mira que tienes la cabeza dura, pero qué bueno que a tus 80 años aprendas algo.

-Oye Ramoncito, no te mandes, que el susto no fue para menos.

-Me pasó no sé qué con la presión; baja o alta o las dos, pero creo que fueron las dos; vamos, yo sé que tengo de las dos y diario me la tomo con el aparato que me regaló mi hijo. Pero no se cual fue.

-Bueno Toñito, hablemos ya de otra cosa, que aburres con eso, así que dime, ¿recibiste la invitación para la reunión de jubilados de la Secretaría?

-Sí, ya pero no sé si ir, con eso de que ya no bebo…

-Otra vez la burra al trigo, caray Toñito ya bájale, respeta este templo a Baco en el que estamos, qué ¿quieres que nos echen?

-Bueno y que van a tratar ahora, ¿otra vez nos van a usar dizque para conseguir una mejor pensión? O ¿qué nueva campaña política se avecina?

-Resulta que el líder del sindicato estaba organizando una reunión con el licenciado Eduardo (Lalo) Barajas, que tenía a su cargo las compras de la dependencia pues se les había ocurrido que los jubilados podrían formar una cooperativa para dotar de papelería a todas las oficinas…Negociazo, ¿no?

-Me enteré que él que está organizando la cooperativa es el Licenciado Molina Corro, al que le decían el señor “Maestranza”, ¿No te acuerdas de él?

-Más o menos, sólo recuerdo que era transa y el apodo era contracción del “maestro transa”, y no tenía nada que ver ni con talleres ni con caballos y mucho menos con caballeros o caballerías.

-Suena bien-dijo Epigmenio que era el más entusiasta pues incluso ya había elaborado una lista de productos de papelería que podrían ofrecer.

-Ni una copa, ya lo dije- seguía metido en eso don Antonio.

-Pues si no pasas revista de supervivencia igual ya te dieron por muerto, o se están haciendo los vivos, como le pasó al gordo Martínez, que luego se metió en un liazo porque resulta que un empleado de la oficina del seguro estaba cobrando su pensión, así que cuando tramitó la solución de ese enredo lo tuvieron que matar y resucitar 3 veces antes de que quedara arreglado todo el “despapaye” que habían hecho.

-Pues pa´lo que me dan de pensión...- dijo Ramón que estaba ese día bastante molesto porque no le había llegado su pensión.

-No juegues, te la van a cortar y luego para que la vuelvas a recibir, olvídate, mejor haz el trámite de la nueva credencial, ya todo es por computadora.

-Pues sí, pero las siguen manejando unos babosos.

-Mira, si hago el trámite de la nueva credencial les tendría que dar de nuevo mi acta de nacimiento y para sacarla necesito ir al registro civil, pagando antes las copias certificadas claro, copia de mi CURP, mi carnet de la clínica, pero uno que hay nuevo, no el anterior que es el que yo tengo, por lo tanto tengo que ir a la clínica a sacar un nuevo carnet y no sé qué requisitos sean ahora...Y quien me va a llevar además....Necesito también un comprobante de domicilio, mi credencial de elector, misma que perdí y que tengo que ir a reponer ahora que baje un poco la gente que hace el mismo trámite, ah, y me la tardan como un mes más o menos, además yo ya no quería votar, así que por qué voy a tramitar credencial para votar si no quiero votar...Yo creo que falta la copia rosa de algo pero no dice en los cartelones y es un rollo para que te den informes más precisos. No sé que más me vayan a pedir, pero lo mismo les he entregado todos estos documentos unas tres veces, como que no se vale tanta burocracia, ¿no crees?

-Con tantas computadoras, siguen generando papel y más papel pero eso sí, con mayor eficiencia según ellos. Qué, ¿se trata de producir papel?, porque es fácil, hasta los correos electrónicos imprimen, si te digo, esto es burocracia acelerada...El efecto bit en la oficina, la tecnología de punta usada por personas sin neuronas, equipos costosos para seguir produciendo oficios y formatos, normas y más y más regulaciones, entre otras, algunas que impiden que se use más la computadora, como esa nueva ocurrencia de que te anulan un montón de sitios del Internet, porque “son para uso personal o no tienen que ver con las funciones de la oficina”. O sea, para acabar pronto, que siguen sin aprender. Cerrarse al mundo, pensar que el personal pierde el tiempo en el Internet es cosa de burócratas decrépitos que así lo hacen.

-El personal que en la oficina usa así la computadora es porque no tiene trabajo que hacer, así que prefieren entonces que esas personas vayan a buscar a otras para platicar o se la pasen yendo al baño o buscando como hacerle para no aburrirse.

-Antes en lugar de Internet usaban revistas y comics pero igual perdían el tiempo los que tenían tiempo que perder...Pero en fin, estábamos peor cuando se tenía que pedir permiso para todo.

-Por cierto, ya vieron que uno de los trámites nuevos más complicados es el que se hace para simplificar los trámites. Pareciera que dicen: vamos a poner más trabas, a complicar las cosas para que siga predominando la simplificación administrativa sobre la renovación moral, como decían algunos policías de tránsito cuando te paraban.

-La mayoría eso sí, escogía la simplificación administrativa.

-Bueno, les recuerdo que en las remotas épocas en que no había computadoras, solían utilizarse un sinnúmero de aditamentos para producir papel, que sigue siendo un elemento indispensable de toda burocracia.

-En mi primer trabajo- interrumpió Ramón- la única tecnología disponible para apoyar mis tareas eran: una calculadora científica y regla de cálculo, que eran personales, la máquina de escribir y una calculadora antiquísima de Burroughs, donde efectuabas las operaciones girando unos cilindros a través de una manivela....Para cualquier operación, separabas las unidades, decenas, centenas y así, para que con un máximo de 10 giros fueras teniendo resultados parciales de tu operación; brincabas una posición la izquierda y vamos con las decenas y así, todo con una manivela. Incluso podías dividir; de verdad era una máquina ingeniosa de los años treinta o cuarenta me imagino.

-Pos de que presumes Ramón, se me hace que trabajabas en un lugar muy atrasado, en ese entonces yo tenía una Olivetti mecánica muy sencilla de usar con rollo de papel incluido- contesto Epigmenio.

-No creas, -terció Toñito- a veces extraño el sonido de las teclas cuando Juanita estaba escribiendo con su máquina los oficios para los morosos, recuerdo que siempre tenía los dedos manchados por el papel carbón y se distraía tanto que luego la veías borre y borre todas las metidas de pata. Yo le ayudaba…

-A meter la pata será. Se me hace que extrañas a Juanita ¡pos que! Y a poco hasta te fijabas en los dedos- contestó Ramón bromeando.

-Hoy es muy fácil corregir y corregir 6, 10 o más versiones de un documento y no pasa nada, salvo las impresiones que se tiran a la basura o mejor dicho, se “reciclan” para escribir por el otro lado, con lo que ahorran papel, según los burócratas que creen que eso es así- continuó Toñito.

-Pero antes, ten en cuenta que esos oficios se hacían en original y cuatro o cinco copias al carbón y si existían errores, salvo unos cuantos que podían borrarse para ahorrar papel, en muchos casos se tenían que repetir completitos.

-El papel seguirá existiendo aunque se acaben los bosques y en el gobierno más, por eso el negocio de la papelería puede ser muy bueno- dijo Epigmenio.

-Oye y todavía existirá el papel carbón -bromeó Ramón a Toñito- pa’ que te sigas manchando, ¿no?.

-Mira Toñito -intervino Epigmenio- a mí me tocó vivir en la oficina desde que nacieron las tabuladoras y las tarjetas perforadas, hasta los sistemas a través del Internet y no creas que son muchísimos años, todavía en 1990 se usaban profusamente las maquinas de escribir, eléctricas claro y con memorias y aditamentos ingeniosos, luchando por sobrevivir, ah, y las copias al carbón, porque había trámites que así lo exigían. Pero finalmente, su destino era desaparecer. Como nosotros...

-Fíjate Ramón que he querido conseguir una videocasetera VHS y ya no hay en ninguna parte, puro DVD, voy a tener que tirar mis películas.

-Pues tampoco compres DVD, también desaparecerán. Vas a ver que en poquísimo tiempo ni siquiera habrá físicamente un medio donde te vendan las películas. Las podrás descargar de la red y las almaceneras en tus propios dispositivos, sin ocupar ni siquiera espacios fuera de la computadora.

-Oigan- dijo Toñito- les conté que m´hijo puso en su casa una computadora que controla todo. La programa incluso para manejar los aparatos eléctricos, mantener una temperatura estable y confortable, encender y apagar luces, calentar el agua y un montón de cosas más. Ya lo quiero ver el día que se le descomponga el aparatito, si ya es un bueno para nada, a ver que hace.

-Oye Toñito ¿Y de veras no vas a beber, nada nada, ni siquiera en navidad? Que no hombre, como das lata.

-¿Se dan cuenta que toda nuestra vida productiva estuvo regida por la cultura del papel? Todas las sociedades “civilizadas” han abonado en tecnología, inventos y sistemas para manejar el papel.

-Pues sí, burocracia que no genere papel, deja de serlo… ¿Y ni una copita te vas a echar Toñito?

-Bueno ¿y de la cooperativa qué?

-Debemos tener cuidado, ¿qué no es este Barajas el que está metido en líos por contratar sin licitación pública algunos servicios?. Pues sí, pero esa fue movida del jefe y si le quieren hacer algo o lo quieren de chivo expiatorio se les va a ir con todo, así que no creo que pase nada, si está bien “palancas”.

-Bueno y con tanta computadora se sigue necesitando tanto papel y clips, grapas, broches baco, pritt, liquid paper y cosas así, que no había una política de menos papel o como dicen los nanócratas “de paper less”.

-Claro hombre, si supieras… ¿Si supiera qué? -preguntó Toñito.

-Mira, van a incrementar las compras y ya se tiene quien organice los concursos, además, ahora está más difícil asignarle esas cosas directamente al sindicato, con eso de la transparencia y demás, así que la cooperativa va a ganar y va a repartir, el sindicato pesa, o que no...

-Bueno, a menos que las transnacionales también le quieran entrar a esto, en cuyo caso, ya nos la pelamos…

-Ah caray -dijo Toñito- ahora si dame una copa…Y salud!

viernes, 15 de febrero de 2008

EL EFECTO (del) DOMINÓ

Podrían pensar que vamos a tratar aquí problemas de accidentes catastróficos derivados del efecto dominó, o de sucesos concatenados que pueden provocarlo; pero no es así, aunque prometo en otra oportunidad tratar el tema a propósito de los sistemas de control, mencionando algo también sobre el efecto mariposa en el desarrollo de las organizaciones, incluyendo las burocráticas, por supuesto.

Hoy vamos a comentar otro efecto dominó, uno más positivo, que es el relativo a la costumbre burocrática de jugar dominó a la hora de la comida o, al menos, un día de la semana, saliendo de la oficina, para mantenerse en forma, conservar a los amig@s y distraerse un poco, aunque las parejas protesten.

Generalmente, el dominó es un buen pretexto para ir a la cantina y también hoy día para socializar con los compañeros y compañeras del trabajo.

Burócrata que no juegue dominó está perdido de antemano.

Aprovechar la hora de la comida para tales efectos, era una costumbre que explica el porqué proliferaban las cantinas cerca de las oficinas públicas.

Ahora bien, existen ciertas reglas no escritas para jugar dominó, buscando la sana convivencia, sin dejarse arrastrar por la pasión del juego, lo cual es muy útil si el jefe juega con nosotros.

En primer lugar, debe jugarse al menos una ronda, que consta de 3 juegos a 100 puntos cada uno.

Debe existir alguna apuesta adecuada al nivel de los bolsillos de todos, misma que se hace por juego.

Esta apuesta se fija al principio y puede ser muy variada, desde el clásico 10-20-30 que se refiere a montos en pesos para quien pierda el juego: si la pareja perdedora no hizo ningún punto, pagará 30, si hizo hasta 50 puntos, 20 y si rebasó los 50 puntos 10 pesos.

En otra ocasiones, de quincena normalmente, se apuesta la botana o los tragos, o la cuenta total, depende.

Si se empata un juego va de nuevo desde cero, pero se dobla la apuesta. Empate puede ser desde diferencias de +/– 5 puntos, hasta un marcador igual, según se convenga entre todos los jugadores.

Un buen burócrata debe jugar muy bien dominó; esto es:

• Jamás le podrá ganar a su jefe cuando está de contrario y exhibirá toda su destreza cuando le toca de compañero.
• Si no debe ganarle, mucho menos puede “ahorcarle” una mula, vamos, ni la de blancas.
• Jugar con agaches, sólo por allá en tierras yucatecas.
• Tapar la mano al compañero si es tu jefe, puede acarrearte un severo extrañamiento que puede reflejarse en tu desarrollo.
• Se vale con cualquier otro para ponerle más interés al juego.

Debes aprenderte el nombre coloquial de las fichas y las frases de algunas jugadas y procedimientos clave. Así:

• Las blancas son las güeras o las doradas si se juega con un domino con publicidad cervecera.

• Los unos son pitos, pitufos, pitirijas o uñas cuando se cuadra a unos. Al tirarlos puede incluirse un albur del tipo de Ahí les va la dolorosa o pa’ que duela, o para que sientan lo que es jugar o cualquier otro que se ocurra en el momento.

• Los doses son duques de Otranto, o Duques de Veragua (que son ducados reales, por cierto).

• Los treses son trenes, tripas, triques, trípodes, Si usamos “tren, cuando lo tiramos se acompaña de la frase “el tren que corre por la ancha vía”.

• Los cuatros son cuadernos, cuatriques, cuadros, cuadrúpedos o forros (este último nombre viene de la palabra inglesa four)

• Los cincos son quintos, o el “cinquiriquillo five”.

• Los seises sixtos, o el Sixto Papa. Refiriéndose a la mula se le dice la panzona, la caja de cocas, la manchada.

• Cuando ahorcamos una de esas puede decirse elegantemente “Murió de amor la desdichada Elvira” sin referirse desde luego al célebre poema de Espronceda, sino más bien al dolor que causa quedarse con la mula de seises en la mano.

Si no es un juego de torneo y aunque digan que el juego lo inventó un mudo, entre cuates se vale “chacotear”. Así se utilizan frases muy apropiadas para momentos específicos del juego.
Por ejemplo, al ahorcar una mula:

• “Esa ya no me va al baile”
• “Ya no llegó a las posadas”
• Guárdatela pa’ la próxima
• Se vale llorar del luto
• Esa ya huele a cadáver.
• Del panteón nadie la saca

Para quienes alardean de poder ganar el juego se utiliza preferentemente esta:

• “Se me hace que son de jerga y tienen las vetas anchas”

Cuando queda uno firme y ya no pueden sacar fichas, al tirar la última ficha se suele decir:

• “Vámonos tentando abajo, que se siente singular deleite”

Cuando alguna pareja se separa mucho en el marcador suele decirse:

• “Estos se inflaron como globos de Cantoya”

Si alguien se agacha una ficha:

• “Mientras más te agachas más se te ven… las negras intenciones”

Cuando uno trae todas las fichas que faltan después de un cuadre se dice:

• Al haber gaviotas no hay gavilanes y mejor me voy a asolear un rato.

Si se está en la alternativa de cerrar o abrir el juego puede apresurarse al enemigo:

• “O la bebes o la derramas” o bien
• “Córtate con el “cerrote” o si es un cierre de difícil contabilidad :
• “Pa’ los hombres que vienen del mar adentro”

Cuando uno pierde debe hacer la sopa, o sea, revolver las fichas, también se puede referir al mismo acto de revolver fichas con estas frases:

• “A remar se ha dicho”
• “Les toca bajar a la mina a picar piedra”
• “A pulir la mesa”
• “A tallar las fichas”
• “Muévanle sin salirse de la raya”,
• “Muévanle rapidito y de buen modo”…

… y otras más que no recuerdo.

Destintarse es sacar por delante las fichas más altas (seises, cincos, cuatros).

Andar de chaqueteros es cambiarle la jugada al compañero, lo cual casi siempre termina en derrota.

Cuando se tiene la certeza de ganar se puede comentar:

• “Esto es como robar a una borracha”

Respetar, repetir la ficha y re…fregar al contrario, siempre serán las reglas básicas.

El ir a jugar a la mitad de la jornada servía mucho para ponerse de acuerdo en asuntos de la oficina en un ambiente más relajado, se podía uno acercar más al jefe, existían acuerdos y apoyos entre compañeros. Se podía grillar “en confianza”.

Sin embargo las distintas administraciones tecnocráticas han luchado contra los lapsos de comida muy amplios. Hoy a lo más tienes una hora para comer, aunque te tomes una y media, como todos, pues es también éste, un deporte burocrático.

Se come rápido, se digiere mal y se desarrolla gastritis crónica, así que jugar dominó en tales circunstancias sólo amarga el carácter. Hoy se acostumbra más jugar por las tardes- noches, saliendo de la oficina.

Muchas veces me tocó trabajar en el centro de la ciudad, de hecho la primera vez que trabajé para el gobierno, tuve un jefe maravilloso que además de ser un excelente jefe, un funcionario honesto y cabal, sabía jugar dominó como pocos he conocido y algo de sus enseñanzas se me quedaron. Sólo espero que en el cielo organicen torneos para que la pase por lo menos entretenido.

Unas dos veces por semana era obligado pasar de dos a tres horas jugando mientras comíamos algo, en alguna de las muchísimas cantinas existentes. Menciono algunas:

El Salón Victoria, donde había buena botana y las orejas de elefante,

El bar “Cádiz” que tenía unos tacos de pierna sensacionales,

el “Negresco” con las tortas,

“La Ópera” y el coctel de camarones,

El bar Gante con los sándwiches de carne cruda, de salchicha, de arenque;

“El Salón de los Espejos” y el vuelve a la vida,

“El Gallo de Oro”,

El Danubio cuando se podía jugar ahí, pues hoy en día funciona más como restaurante, pero siguen sirviendo la sopa verde o roja de mariscos, reducida en tamaño por efecto de la inflación, supongo, pero igual de sabrosa y nutritiva. Los langostinos sigiuen siendo opción y las manos de cangrejo moro, también.

El bar Alfonso,carísimo de siempre, el bar “Cota” y la sopa Manolo o los ostiones 4-4-4; el “Cadillac”, último reducto de fines de quincena; en fin, me faltan algunos otros que ya vendrán a mi memoria...

Claro que al terminar teníamos que regresar a la oficina, de donde salíamos en esa época a las 9 o 10 de la noche normalmente.

Los días que no jugábamos dominó, procurábamos comer también en grupo y teníamos mucho de donde elegir desde lo caro a lo barato pero bueno.

Solíamos en alguna época asistir al café Roma, por ahí enfrente del cine Metropolitan, de hecho éramos clientes asiduos por el menú económico y bien servido que tenían entonces.

Recuerdo el lugar porque nos atendía un mesero al que le decíamos el “lentejo”, por lento y porque siempre se equivocaba con los platillos.

Este sobrenombre cambió, cuando descubrimos que buena parte de las equivocaciones provenían de que entre idas y venidas a la cocina, se empinaba todo el alcohol que podía.

Así, a las pocas horas de iniciar su servicio ya no daba pie con bola, por eso le cambiamos su apodo por el del “torpedo”, pues seguía cometiendo equivocaciones.

Finalmente siempre nos atendió bien, al igual que Juanito el andaluz, allá en el Horreo, frente a la Alameda Central en la calle de Dr. Mora; con su inconfundible puro, siempre en la boca, siempre te recibía con un qué tal, como estáis, yo aquí sufriendo, que no hay más...

En 43 años de trabajo, casi siempre he comido en la calle, desde las fondas más sencillas, hasta los restaurantes sofisticados.

En el centro jamás te aburres de comer en restaurante, pues tienes siempre de donde elegir. A mí me resulta difícil seleccionar restaurantes del centro, pues todos tienen para mí, aparte de buena comida, algo de mi historia personal. Ya me organizaré para volverlos a visitar, en cuanto tenga oportunidad.

Los nombres, bueno, van algunos:

Quien olvida por ejemplo, el cabrito del bar Sobia, o del Correo Español, o del Hevia (ya extinto), o de la casa Noste.

Que tal el Tampico Club, en Balderas, la Fonda Santa Anita de Humboldt, “El Mesón del Cid” con su famoso “lechón inocente que al buen apetito invita…” en la misma calle.

L’ Heritage en 5 de mayo con su filete al Pil Pil,

El Lincoln Revillagigedo y sus medallones “Cantinflas”,

El Prendes con su filete Chemita;

La paella y los menús tan bastos del Casino Español, el Orfeo Catalá, El “Mesón del Catellano”, la Parroquia.

La vista de la terraza del Majestic, que te ofrecía siempre un menú de buena calidad.

Y los caldos Zenón de Madero, vestigio de los caldos de indianilla, buenos para la cruda realidad, o aquella antojería “Los Amos” con sus memelas, o los tacos Beatriz.

Que tal una cita en el marco del hotel de la ciudad de México, en el Delmonico’s.

Y no te hartaste alguna vez con el menú de la casa Rosalía, en San Juan de Letran (hoy Eje Central), concluyendo con unos churros con chocolate del Moro.

Comer en el Café Tacuba, en el Círculo Vasco, en el bar Mancera, o unos chiles rellenos o en nogada de la Fonda Santo Domingo. También recuerdo el Cardenal, en la calle de Palma, la casa Chón de la Merced donde puedes encontrar iguana, carne de mono, de jabalí y unas quesadillas de primera.

Bien, ya para finalizar, quisiera incluir un comentario más de un efecto negativo del dominó al medio día en la cantina: Por favor, tengan cuidado con el colesterol, con los embotellamientos y con las cáscaras del tequila.

Pronto nos comunicaremos.

viernes, 8 de febrero de 2008

LA FRASE DE LA SEMANA

“Si alguna instrucción resultó demasiado clara, enrédala antes de proceder a cumplirla”.

Corolario:

“Ah y prevé que siempre puedas echarle la culpa a alguien más”.

LAS FÁBULAS DE LOS RATONES


Elemento esencial en toda burocracia es la capacidad real de enredar las cosas, pues de esa manera, el empleado se siente imprescindible e incluso hasta importante.

Siempre que se complican los problemas, existen soluciones mal tomadas o mal instrumentadas.

Desde luego otros son casos extremos, donde podemos observar que el político de jerarquía informa que ha girado instrucciones precisas a x dependencia para solucionar, suelen decir que de inmediato, el problema por el que casi lo están linchando.

Y después eso lleva meses, años o nunca se resuelve. En México existen frases celebres ya con este optimismo delirante que solo la burocracia pone finalmente en su exacta dimensión.

No olvidemos que la burocracia es experta en estrategias muy efectivas para no asumir responsabilidades excesivas.

Así, tengas o no tengas idea de que es lo que te está pidiendo tu jefe, podrás aplicar con elegancia e incluso, diría yo, con autoridad cualquiera de los métodos para complicar las cosas como pueden ser los siguientes, ampliamente conocidos:

Pídele a dos o tres subalternos que hagan el mismo trabajo, así el que debía hacerlo por su función pensará que está en la cuerda floja y los otros no tendrán idea de lo que se necesita, por lo que recurrirán al primero, quien les dará información si no falsa, si sesgada, así que el resultado se convertirá en un nuevo problema o en la complicación del existente.

Túrnalo para su “atención procedente” indicando que procedan como les ordenaste en la junta del otro día, lo que hará que se pregunten entre ellos, te pregunten a ti y hasta consulten a algún externo, con lo cual la atención del asunto fácilmente se convertirá en improcedente.

Pide a tu Jefe que te dé mayor información, sobre todo alguna que sabes que no tiene, así, se necesitará buscarla y analizar un mayor número de variables.

Plantea el problema como elección, esto es, hacemos “a” o hacemos “b”, antes de analizar el contexto. Esta técnica de “botepronto” es excelente para complicar las cosas, sobre todo porque limita las opciones, se tienen respuestas poco reflexivas sobre el asunto y se provocan nuevas reacciones que lo terminan complicando.

Plantea el asunto con suspicacia, identificando a algún enemigo, y pide que te informen a cada momento como evolucionan las inferencias que realicen, así podrás dirigir las cosas hacia donde convenga.

Forma una comisión o un comité o un grupo de trabajo con las atribuciones del subalterno más capacitado y ponlo a que participe a las órdenes de dicho grupo. Créanme que de verdad las cosas se complican y además s e hacen lentas y tortuosas.

Y esto me recuerda dos fábulas relacionadas con las formas de complicar las cosas y se refieren ambas a los ratones.

Primera:

El flautista de Hamelin fue llamado por el rey para acabar con una plaga de ratones que asolaban al reino y este señor, con su flauta hipnotizó a los animales, llevándolos hasta el río donde se ahogaron.

Súper eficiente no, pero luego resulta que no le pagaron o le hicieron de chivo los tamales, de tal forma que sólo le quedó vengarse de esos miserables encantando a los niños del reino y llevándolos a una cueva donde desaparecieron.

Esa versión ha sido suavizada para los que no creen en lo de ojo por ojo, pues después el flautista los perdona pero contra un pago mucho mayor. O sea, que le dejó más el secuestro y el chantaje que el control de plagas.

Segunda:

La otra fábula viene a colación a propósito de formas de complicar los asuntos públicos, y es una leyenda que asegura que existió aquí, hace muchos años, un país lleno de cultura y tradición donde la gente vivía de manera sencilla, ocupada en las labores del campo, la industria y el comercio.

Más de repente, conforme se volvía más rica y próspera, apareció una plaga de ratones que empezaron a multiplicarse sin medida, afectando las cosechas, alarmando al turismo y desprestigiando al reino en el extranjero, al grado que el rey de ese país, Miguel III el afanoso, a quien el pueblo no llegó a conocer, buscó en el mundo libre al exterminador de ratones más prestigiado y eficaz, no importando lo que costara.

Y, en efecto, a un costo muy alto, lo contrató para eliminar tal plaga del país.

Conociendo la experiencia del flautista de Hamelin, el experto en control solicitó y obtuvo del rey el salario y compensaciones pagadas por adelantado, más altas de todos los funcionarios, así como la creación de un ministerio para poder reunir en él toda la experiencia existente en materia de evaluación y control de las plagas de ratones, auditoría y vigilancia de todos los organismos públicos, que debían aplicar medidas preventivas para evitar la aparición de roedores, funciones todas que se encontraban asignadas en varios ministerios.

Finalmente todo comenzó a funcionar bajo el nuevo esquema.

Al principio fue notoria la disminución de roedores, sin embargo, conforme fue pasando el tiempo se empezó a notar que solo una clase de ratones disminuía, pero subsistían otras, mejor organizadas y más resistentes. Los ratones escuálidos si morían, pero los gordos no, esos se ponían más rollizos.

Por más que le hacían ver al rey en turno que el ministerio de control jamás acabaría con los roedores, pues no le convenía quedarse sin nada que hacer, con el riesgo de que desaparecieran, al rey no le importaba, pues le servía para poder deshacerse de los enemigos que le estorbaban, ya que no luchar contra los ratones, o permitir la aparición de algunos, se castigaba con la deshonra pública.

Además existían un sinnúmero de quejas y denuncias, que básicamente acusaban a funcionarios que protegían a los ratones, o bien denunciaban que algunas veces usaban trampas pequeñas para ratones grandes que nada les hacían y operativos aparatosos donde los pequeños roedores eran aplastados.

En otros ministerios usaban dispositivos electrónicos que repelían a los ratones, pero no a todas las clases y además, empezaron a tener otras plagas, como la de los alacranes en el ministerio de gobierno.

El ministerio de control de roedores también caía de improviso en diversas reuniones donde sospechaba que había ratones, para pescarlos in fraganti y ejecutarlos de inmediato, pero ningún método parecía resolver de fondo las cosas.

El ministerio de control se llenó de reglas burocráticas, revisaba por todas partes si se habían establecido los controles necesarios para evitar en la medida de lo posible, la proliferación de roedores.

En algunas épocas llegaron a castigar sin ton ni son a quienes pudieran tener que ver con algún tipo de animal aunque fuera parecido solamente a los ratones.

Así por ejemplo, los que protegían a las laboriosas ardillas, fueron ejecutados para elevar las estadísticas, como en el periodo de Pelayo Tamargo Faroles, auditor implacable que justificó ampliamente la medida para evitar, como se supo más tarde, que descubrieran donde estaban los ratones grandes.

Veinticinco años después de haber sido creado y de haber tenido diversos cambios de funciones y asignaciones, el ministerio de control evolucionó, bajo la ley de la multiplicación burocrática, hasta convertirse en una pesada carga para el erario.

Así, bajo el reinado de Felipe I, que, aclaro de una buena vez, no era ni chaparro, ni pelón, ni de lentes, porque éste era conocido como Felipe el hermoso, en honor de aquel rey de Castilla que ostentó el mismo sobrenombre, se descubrió que después de 25 años el famoso control ratonil no había funcionado adecuadamente, pero si había generado una burocracia impactante y aplastante, al grado que impedía la movilidad de los demás ministerios y empresas del estado.

Por más que el ministerio manejaba estadísticas de ratones eliminados gracias a todas sus intervenciones, la verdad es que el pueblo ya no les creía, máxime si diariamente en los periódicos locales e internacionales aparecían casos y casos donde se narraban los éxitos de los ratones y la falta de eficacia del ministerio de la "Función Extinguidora de Roedores, Insectos, Víboras y Similares", que es el organismo actual, al que se le quitó lo de control de roedores para darle una imagen positiva y propositiva, más que de policías administrativos y jueces implacables.

Se le ampliaron otras actividades de extinción como la de acabar con las víboras que mudaban de piel a cada rato, las garrapatas que sangraban todo a donde caían, las chinches, que molestaban por molestar, o sea, que siempre estaban enchinchando y otras plagas menos visibles pero igual de peligrosas, como los mayates, los piojos y las catarinas o mariquitas, que se protegían en varios ministerios, o los chapulines del sur del país y los caracoles panteoneros, aunque estos últimos estaban bastante bien controlados por los restauranteros españoles que los preparaban en guisados regionales bastante sabrosos.

Uno pensaría que el rey finalmente se convenció que por mayor eficiencia que exigiera, jamás se quedaría el reino sin ratones y libre de las otras plagas.

En consecuencia se podría esperar una evolución mayor en esas prácticas, se podrían esperar cambios de fondo, para evitar que problemas tan serios como los que provocan los ratones, siguieran llenando los titulares de los diarios incrementando la mala fama.

Finalmente es potestad de los expertos burócratas el casi solucionarlo todo, para poder seguir cobrando...

Yo supongo que en ese reino seguirán prevaleciendo las antiguas formas y seguiremos viendo en los diarios las noticias frescas de cómo nos atacan los ratones y de cómo los rollizos siguen siendo rollizos y los escuálidos, pagando el pato.

Regresando a nuestro tema y fuera ya de estas leyendas, cabe concluir que en las organizaciones en general, existen áreas que no aportan ningún valor agregado y que tienden a ser ineficientes para mantener incólumes los objetivos y las misiones encomendadas.
Complican pues la atención de los asuntos y de los problemas, embrollándolos de una manera que después, como en los nudos gordianos, nadie los puede desenredar.

No olvidemos que este nudo era con el que Gordias ataba a los bueyes al yugo y que, finalmente, sólo pudo ser cortado que no desenredado, por Alejandro Magno, según cuenta otra leyenda.

A veces uno puede darle la razón al vendedor de tamales o de camotes que no los quería vender todos a un solo cliente, porque después que vendía.

Visto del otro lado, sostener que los asuntos que se tratan, que las problemáticas que se atienden son harto complejas, aunque no lo sean en muchos casos, permite que se cumplan los objetivos parcialmente y muchas veces también, que no se evolucione hacia visiones más ambiciosas, con el consiguiente estancamiento y rigidez estructural que caracteriza a estas organizaciones.

Entonces ya lo sabes, resuelve con rapidez y eficiencia, se eficaz y evita esta norma no escrita de la burocracia

viernes, 1 de febrero de 2008

BUROCRACIA, ARISTOCRACIA Y “NANOCRACIA”

La semana pasada platicábamos de la era burocrática y mencionamos que Lawrence M. Miller, en su libro ”De bárbaros a burócratas”, editado en México por Grijalbo (1990) reconocía varios estadíos en el ciclo de vida de las empresas y en general diría yo que de las organizaciones públicas y privadas.

Después de que una organización se ha vuelto burocrática, tiende a hacerse aristocrática, estadío que define Miller como la pérdida del poder de la Dirección cuando ésta ha dejado de tener legitimidad y la legitimidad se pierde cuando deja de existir un equilibrio de poderes, un interés compatible y respeto entre los elementos constitutivos de la organización.

En esta era el liderazgo actúa por interés propio y contra los intereses de sus seguidores que, tarde o temprano, se rebelarán.

Se presenta el “shock” interno que desintegra la cultura prevaleciente; la rigidez de la estructura y de la toma de decisiones, la excesiva regulación y la falta de creatividad suelen llevar al fracaso a la organización. La historia reconoce miles de casos donde las organizaciones perecen por estar anquilosadas, por dedicarse a asuntos que no generan valor.

Despachos fastuosos, servicio de autos y choferes, aviones, helicópteros, reuniones sociales “de trabajo”, creer que sólo el primer círculo “de confianza” es el que puede entender las estrategias de la organización, reestructurar y cambiar directivos con frecuencia, son reflejos de una era aristocrática.

Traigo todo esto a colación, porque hace algunos días (el 23 de enero pasado) me topé con un artículo de Jenaro Villamil en la página electrónica de la revista Proceso que tituló “Calderonomics o la nanocracia”.

Este artículo habla de la evolución de los “tecnócratas” en el gobierno desde los años ochenta en que así se les bautizó, para aterrizar en este sexenio del que dice:

“El gobierno de Felipe Calderón se ha ido transformando ya no en un gobierno de gerentes o de tecnócratas sino en una nueva generación de funcionarios que se perfilan como la involución de la tecnocracia y de los gerentes: los nanócratas. Es decir, el gobierno de los estudiosos en el control y manipulación de las micropartículas de las áreas públicas, sin visión de Estado ni de elite ni de nación”…

…“Los nanócratas en la política no ven la realidad sino como un nano (la mil millonésima parte de un metro) y prefieren venderse no como especialistas en algo sino como artesanos de la operación corta. Del poder del picaporte al picaporte con poder”…

Y más adelante, refiriéndose a los cambios de gabinete menciona:

…“El problema de esta nueva generación de funcionarios no radica en su juventud sino en la ausencia de un currículum tecnocrático, gerencial o partidista que los acredite para los cargos de alto nivel de responsabilidad”…

…“Se les conoce en función de su cercanía con Calderón, no en razón de sus méritos burocráticos, legislativos o intelectuales. Son nanócratas porque se han vuelto parte del entorno milimétrico de Los Pinos que confunde la realidad del país con las necesidades de control y de liderazgo a corto plazo de la casa presidencial”.

Independientemente de las críticas que hace este artículo referidas a los cambios de funcionarios en el gabinete actual, de lo cual no nos ocuparemos, pues no tiene ningún caso, el término (que supongo es inventado por este periodista) si habla de una condición que parece ser sello de los tiempos actuales no sólo en el gobierno, sino también en los grandes corporativos.

Después de leer este articulo, me surgió una fuerte preocupación:

Imagínense los programas gubernamentales diseñados por nanócratas, dirigidos por aristócratas y ejecutados por burócratas.

Antes, al principio, todos eran burócratas y había cierto entendimiento, con los “burócratas tecnócratas” comenzaron algunos problemas, con los “burócratas aristócratas” se perdió la comunicación y con esta nueva clase identificada por el periodista Villamil, los “burócratas nanócratas”, incrementaremos los riesgos de inoperancia que, desgraciadamente, se manifiestan ya en varias dependencias y entidades de la administración pública.

Hace algunos meses pensé que se trataba del inicio sexenal, pero ya después de un año de gobierno, no hay pretexto. El desplazamiento de la alta burocracia por los nuevos funcionarios de la “nanocracia” parece confirmar el dicho del periodista Villamil.

Las reacciones de la burocracia están por venir, aunque también empezamos a ver efectos como en toda la parafernalia que trata el fenómeno de la corrupción. Vean por ejemplo esta nota que apareció en los principales diarios de la ciudad de México en diciembre:

“La Secretaría de la Función Pública (SFP) identificó a 10 dependencias de gobierno en las que admite la existencia de riesgos de corrupción”.

¿Hasta ahorita?, si llevan años y años operando, pero bueno, sigue la nota:

“En el documento Las 10 instituciones con procesos, trámites y servicios críticos de la administración pública federal, revela que millones de mexicanos están en peligro de ser víctimas de sobornos cuando acuden a por lo menos una decena de oficinas públicas en busca de ayuda o servicios. “

¡Qué están en peligro!, o es una realidad cotidiana, por cierto lacerante.

¡Qué revelación!,verdaderamente impresiona, pues a la mejor todos pensábamos que no era así, que podíamos confiar en nuestras instituciones democráticas, que la mordida ya se había desterrado, que ya nos parecíamos más a los Suecos que a los centroamericanos (excluyo a Costa Rica que ha evolucionado mucho más que México), en fin, que mal nos hizo leer esta noticia tan devastadora para nuestra moral.

Pero espérense, la lista es más sorprendente y reveladora pues aparecen verdaderos íconos de la legalidad y decencia que caracteriza a nuestras autoridades, tales como Aduanas del SAT, la PGR, Luz y Fuerza del Centro, la PFP, el IMSS, el ISSSTE, la SCT, la SEP, la CONAGUA y la CFE. ¿Quién lo hubiera imaginado?

Claro que se refieren sólo a algunos trámites y procesos, pero no se ve que hayan tomado en cuenta la corrupción de los grandes “negocios”, de los concursos arreglados, de las concesiones.

Estamos hablando de corruptelas, de mordidas, pues.

Bueno, siendo positivos por algo se empieza, pero existen doscientas y pico de entidades de la administración pública federal y según la COFEMER, en 2002 se tenían 1793 trámites y servicios federales y para noviembre de 2007, nada más ni nada menos que 3387.

Más trámites = Más mordidas, pues no sólo los aumentan sino que los complican, cuando debieran según el objetivo, simplificarlos.

Y conste que aquí no están los tramites que inventan los gobiernos estatales y municipales, ni tampoco la cantidad de situaciones en que el ciudadano tiene que dar “propina”, que no es otra cosa que una mordida pero “más decente” y aparentemente también permitida.

Incluimos meseros, cuidadores, viene viene, acomodadores, lava coches, cilindreros, recolectores de basura, barrenderos, carteros y en general a todos aquellos que tienen que hacer sus buscas gracias a que quienes tienen que pagarles un sueldo decoroso los exprimen y bueno, pues hay que cubrir con estas propinas la exigua situación económica de los patrones que no pueden pagar decorosamente a sus empleados, como los restauranteros, por poner un ejemplo.

Los cotos de la burocracia se han visto limitados a la vulgar mordida; ellos no son los que se hacen millonarios de la noche a la mañana; a duras penas sobreviven. Como que debiéramos buscar en otras partes y poner cotos a tanta ambición que corriendo junto al poder es finalmente la que nos pega a todos.

Así, entre la burocracia, la aristocracia y la "nanocracia", parece ser que lo que importa hoy día, son los "negocios" y los grandes negocios que se vislumbran en el porvenir de nuestro país, como que absorben la atención de todos estos grupos...

¿Y todo lo demás?