jueves, 10 de julio de 2008

VOLVER AL FUTURO… PERO SIN BUROCRACIA

Los tiempos actuales son difíciles, lee uno los diarios o ve las noticias en televisión o las escucha en radio y sólo puede uno imaginarse estar viviendo en ese mundo paralelo que vimos todos en VOLVER AL FUTURO II, cuando se crea una realidad alterna gracias a la existencia de un almanaque con todos los resultados deportivos que Biff anciano aún siendo torpe, le roba a Marty , lo transporta desde el futuro hasta 1955 y se lo da a sí mismo.

Esto provoca que al regresar del futuro a 1985, Marty y Emmett se topen con este mundo paralelo, donde el poder lo ostenta Biff, personaje nefasto, bravucón de la escuela, mediocre a pulso, que conoció lo que era hundirse en el estiércol e incluso probarlo.

En esa realidad alterna se muestra como es el gobierno controlado por el multimillonario Biff: pesimamente administrado, donde la represión impera, al igual que las drogas, la corrupción, la impunidad y por ende la descomposición social: robos, secuestros, asaltos, inseguridad, etc.

¿Nada que se parezca a las situaciones que vivimos?

En la película todo se arregla cuando después de una emocionante persecución en 1955, Biff termina en el estiércol nuevamente y Marty logra quemar el famoso almanaque.

El tema de volver al futuro, de las tres películas me refiero, ha seguido presente en los últimos dos meses en mi vida.

Claro que no creo que la situación actual se resuelva de forma tan sencilla, tampoco quiero decir que deseo regresar a 1955 o cosas así, pero he recordado estos juegos cuánticos porque de repente se me aparecen personas, amigos de épocas distintas, en un número importante y en breves lapsos de tiempo.

En la línea del tiempo la causalidad que siempre nos enseñaron hace ver que tu presente es resultado de tu pasado, esto es: la causa, “X” de tu pasado; el efecto, “Y” de tu presente.

En otras palabras, lo que siembras cosechas, el que mal anda mal acaba, el que con infantes pernocta, embebido lo sorprende el alba, crustáceo abandonado en los brazos de Morfeo es arrastrado por las ninfas de Neptuno , árbol que crece torcido… etc., etc.

Pero qué pasa si prestamos atención a algunas teorías interesantes que señalan que en realidad, tu presente es resultado de tu futuro, así como tu pasado lo es de tu presente.

¿Qué, qué?

Bueno, todo es cuestión de percepciones, pues esta teoría parte de que al ocurrir un hecho, cualquier cosa en la realidad, nuestra mente lo interpreta y percibe de cierta manera, única para cada persona, pues la percepción depende de tu propia experiencia personal, de tus conceptos del mundo que te rodea, de tus capacidades y habilidades, de tus valores, etc.

Entonces el pasado ya es una interpretación que hace nuestra mente en el presente y dependiendo de qué ocurra en el presente, de qué tantas capacidades, habilidades y comportamientos hayamos adquirido, al recordar un “hecho” del pasado, realmente lo estamos interpretando con nuestra personalidad de hoy, por ello nuestra percepción del pasado depende totalmente de nuestro presente.

Pero ¿nuestro presente depende del futuro? Sí, si somos capaces de imaginarnos en el futuro. Si tenemos una imagen vívida de cómo seremos, que haremos, donde estaremos, etc., dentro de equis años, entonces sabemos que capacidades, habilidades, comportamientos y demás debemos empezar a generar o a tener hoy y actuamos en consecuencia.

He ahí la diferencia, pensar de este modo nos permite actuar en el presente; pensar del otro modo no, pues estamos únicamente interpretando nuestro pasado y por más que queramos desarrollar nuevas acciones, no lo lograremos a menos que tengamos una visión de que queremos y sobre todo, la expectativa de lograrlo.

Sólo podemos actuar en el presente y si esas acciones consideran y se enfocan al logro de resultados identificados en nuestro futuro (las cosas que queremos), tenemos una alta probabilidad de que ese futuro incierto se convierta en hechos.
Cuando nos atamos al pasado y actuamos como consecuencia de la interpretación de “hechos” o resultados obtenidos antes, generalmente no obtenemos las mismas cosas, los mismos resultados.

En este sentido al actuar con pautas del pasado llegamos a un futuro que no suele ser el que queríamos lograr.

Podrías decirme que la experiencia del pasado condiciona como actuamos en el presente, pero si esto siempre fuera así, repetiríamos exactamente los mismos patrones, no cabría nuestro desarrollo, creeríamos ciegamente en que somos el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra.

Bueno, en fin, hasta seguiríamos creyendo en los partidos políticos y en la honradez de sus integrantes, en la buena fe de los gobernantes y en que verdaderamente se están “sacrificando” en aras de los más necesitados, de los que menos bla, bla, bla.

Si estamos actuando de la misma forma ¿caeríamos dentro del postulado ese que dice “si haces las mismas cosas obtendrás los mismos resultados”?, realmente no es así, y nos sorprenderá que no lleguemos a ellos.

Repetir una pauta no necesariamente te lleva a lo mismo y la razón es muy simple: como hemos evolucionado y solo podemos actuar en el presente, podremos imitar un comportamiento pasado, pero no será igual, ni estará en el mismo contexto, ni se referirá a la obtención de los mismos resultados, entonces las expectativas de cada individuo, esto es, sus deseos y propósitos futuros, serán los que realmente guíen la acción.

Y si la ley de la atracción funciona como parece funcionar, estaremos alcanzando los resultados deseados sin duda.

En unas pocas semanas y yo diría que sin que viniera al caso, literalmente me topé con compañeros y compañeras de muchos años, de diversas épocas y de diversos contextos y escenarios.

No sé si a ustedes les habrán pasado estas cosas, pero a mí sí y frecuentemente, casi diría que una vez por año me ocurren cosas así, lo curioso es que ocurren en un breve lapso y después desaparecen, hasta la siguiente vez.

Así, en el transcurso de dos meses, me he topado primero con dos compañeros de la universidad, de hace 45 años, poco después con un compañero de secundaria del que no sabía nada desde hace casi 50 años, después con tres ex colaboradores míos de hace 30 años, luego con otros dos más de hace 25 años y con 5 de hace 17 años, finalmente con dos de hace 14 años y tres más de hace un año y medio.

Todos ellos sin contar a mis amigos del kínder a quienes veo al menos una vez por año y a tres llamadas que recibí también de ex colaboradores en busca de oportunidades de empleo.

Todas estas casualidades son para mí, sin embargo, muy importantes, pues independientemente de que es muy agradable encontrarte con amigos de tantos años, en la experiencia reúnes nueva información para “volver al futuro”.

Conoces de las experiencias de todos ellos, aportadas sin ambages, sin reticencias.
Sigo aprendiendo, no me cabe la menor duda y nutriendo mi existencia con estas amistades que a lo largo de mi vida han persistido y regresan de repente como para checar que todo vaya bien.

Todas estas personas tienen aparte un denominador común, también son anti burocráticos, en su desempeño han logrado éxitos relevantes, se mantienen activos mentalmente y abiertos a su propia evolución.

Todos ellos fueron y siguen siendo factores de cambio donde han colaborado.
Lo curioso es que si algo ha distinguido también mi trabajo es el cambio, cambio permanente que implica evolución.

La primera vez que besé a una mujer, hace ya 44 años, se iniciaron los cambios para mí. El 25 de junio de 1964, empecé a cambiar teniendo casi 20 años.
Mi padre había fallecido y necesitaba evolucionar y rápido, adecuando una gran parte de mi vida a las nuevas situaciones.

Casi de repente de adolescente a hombre con múltiples responsabilidades, reto que asumí y que me llevó a la convicción de que es mucho mejor cambiar que no cambiar, ya que en ese proceso se encuentran siempre las oportunidades.

En el No cambio, ya todo está hecho. Aburre, anquilosa, degrada, frustra.
Claro que también es importante evaluar los cambios que se hacen, para ver si se dan los resultados esperados, si se alcanzan las metas previstas.
Mi abuela siempre nos amenazaba con aquello de “anda no vaya a ser que salgas de Guatemala para entrar a Guatepeor” que horrible no, afortunadamente yo casi nunca le hacía caso, sobre todo cuando alcancé las suficientes habilidades motoras para huir de sus espontáneos descontones, coscorrones y pellizcos que surtía al por mayor cuando se enojaba, cosa que era frecuente por cualquier cosa.
Pero no, para nada, si el cambio que realizamos no alcanza los resultados esperados, lo peor que podríamos hacer sería regresar al pasado, a lo que ya teníamos o hacíamos, eso jamás resulta.

Lo que es aconsejable siempre es al evaluar, plantearse qué cambios nuevos requerimos para alcanzar nuestras metas y sí, adivinas, volver a cambiar.

Poco más de 20 personas de ámbitos distintos, de épocas distintas, de características personales disímiles pero que ven hacia delante, personas dignas de confianza, congruentes consigo mismas, de las que no sólo puedes aprender nuevos conceptos, sino también nuevas actitudes.

Yo creo que me topo con todas ellas para recargar combustible y seguir la marcha. Yo espero que para ellos ocurra algo similar.

Por lo pronto todos queremos volver al futuro, pero libres de todas las lacras que dominan hoy nuestros escenarios; todos queremos volver al futuro que soñamos y deseamos para nuestros hijos, sin rollos.

Vemos que nuestro país se hunde en la burocracia, en la inoperancia, en la política sucia y vamos a volver al futuro, claro que sí, pero sin burocracia y sin las torpezas que han obligado a que nuestros hijos emigren a otras partes, buscando las oportunidades que aquí no hemos sabido brindarles.

Un burócrata jamás podrá ser estadista, a menos que cambie substancialmente su percepción de la vida…y actúe en consecuencia, con congruencia y con un interés legítimo, fuera de las ambiciones personales…

domingo, 22 de junio de 2008

LA BUROCRACIA PREPOTENTE

Tener actitudes prepotentes y volverse prepotente,
es cuestión de grado y a veces también de mala suerte.


“Ahora si es la mía, dijo para sí Jacinto Peláez, pues acababa de leer que el mero mero había nombrado a su gran amigo Lorenzo Rafael Cabrero del Monte, como “Secretario de Acciones Prioritarias Especiales para Combatir la Pobreza Extrema en Grupos Marginados cuya Vocación no Ajusta en el Modelo Neoliberal”, o sea, que le habían dado un huesote, donde iba a manejar mucha lana, prácticamente sin compromisos pues eran subsidios y luego, según había escuchado, entrarle a ayudar a los pobres, era buen negocio, así que se sintió ya del otro lado”.

Buscó de inmediato a su amigo, pero lo rebotaron una y otra vez: primero la que era su secretaria, Pamela Tirado, luego el nuevo secretario particular Lic. Serafín Cortés Cortés, después el ayudante de la secretaria privada, el ayudante privado del secretario particular, el asistente del jefe de escoltas y una vez la encargada de la limpieza.

Ya en el colmo del desaire, lo atendió el asesor de la asistente del coordinador de asuntos en trámite de la coordinación general de asuntos, adscrita a la secretaría particular de la secretaria privada, persona que de plano se hizo el occiso y lo mandó literalmente a donde suelen enviar a todos en un célebre estado de la república famoso por sus futbolistas, sus cantantes y músicos folclóricos, herederos de la más pura tradición ranchera y aquellos del barrio ese que no recuerdo como se llama.

Bueno, el caso es que ya habían pasado dos meses y del “gran amigo” ni sus luces, que si andaba de gira, que si lo había llamado precisamente el preciso en el preciso instante en que estaba entrando su llamada y, pues nada, al fin de cuentas, nada.

Después de 5 meses y ya desesperado, se fue a buscarlo a su oficina pero no pudo ni siquiera entrar: que tenían órdenes de no dejar pasar a personas que no tuvieran un asunto que tratar, que cual era el asunto, que aunque fuera su conocido no podían hacer nada, que ni siquiera intentara tratar de sorprenderlos con falsas influencias, pues eso estaba penado, que si ya había enviado por escrito su petición y así por el estilo. Pura prepotencia.

Oiga y ya vio a Pita del Fuerte, le recomendó un joven que se compadeció del él, diciéndole, vaya a verla, verá que es a todo dar y Pita tiene influencia con el licenciado pues él dice que le recuerda a una tal Mamá María que fue su nana por allá en su remota infancia y créame que cuando llama Pita, la oyen; o sea, si Pita pita, como va lo atienden. (Bromearon con él).

Ya lo había intentado, pero sin resultados, incluso hasta le había llevado un regalito para quedar bien, pero nada. Yo creo que le caí gordo, les dijo lastimeramente, aunque si se quedó con mi regalo.

Como último intento se fue de plantón a la casa de Lorenzo Rafael, la esposa, antes tan sencilla ni lo recibió. Lo atendió una persona del servicio que dijo ser la sargento Martínez, pero de los amigos nada. Le dijeron que la señora andaba de shopping en San Antonio.

Decidió plantarse ahí, para ver si llegaba su “gran amigo, su hermano, su compañero de mil batallas, su cuate desde la primaria”, hasta que se presentó un policía judicial y se lo llevaron con cargos de posible intento de secuestro.

Como a los cuatro días salió ya del embrollo y bueno, cuál no sería su sorpresa al día siguiente. Iba caminando rumbo a su trabajo, cuando de repente lo llaman desde un automóvil y era nada menos que Lorenzo Rafael.

¡Quiubo!, le dijo, ¿dónde te has metido? no has ido a buscarme y ya se te han ido un buen de oportunidades, ¿porqué te me pierdes?, hermano, vente súbete para platicar.

En tres segundos dos agentes ya lo habían subido a la camioneta y se fueron juntos, hasta el aeropuerto, pues salía con el mero mero a una gira de trabajo.

Poco le pudo decir de que lo había buscado, de todo lo que le habían hecho, pues Lore, como le decía, se la pasó regañándolo, se le veía sentido de que ni siquiera una felicitación había recibido de su “hermano”.

Jacinto le había enviado como seis, pero parece que ninguna le llegó.

Llegando al aeropuerto le dejó una tarjeta suya y le pidió a uno de sus ayudantes que le diera una cita para el viernes de la siguiente semana. Y trátenmelo bien ¿si?

Uy, le dijo el ayudante, es usted muy afortunado, las citas que da son para dentro de tres o cuatro meses, depende. Que lo conoce de alguna parte o que. No pues crecimos en la misma cuadra, es casi como mi hermano, hicimos la primera comunión juntos, y su hijo Lorencito es amigo de mi hija Socorrito, con eso le digo todo.

Bueno pues lo esperamos por allá el otro viernes, no éste, eh, el siguiente. Ah y pregunte por el Licenciado Cortés Cortés, para que lo atiendan como se merece.

Bueno, pues.

Ni cuenta se dio yde que los autos ya se habían retirado, dejándolo en el aeropuerto sin un clavo para regresarse. Ni modo, buscó un cajero para sacar dinero, pero no le habían depositado la nomina y no tenía fondos. ¡Chin!, solo a mi me pasan estas cosas. Pues ni hablar, a pedir para el pasaje.

Afortunadamente, después de hora y media una señorita le regaló un boleto del metro.

Tuvo que transbordar unas cuatro veces para acercarse a su trabajo y poder irse a pie.

Llegó tardísimo, ya tenía falta y de plano ni lo dejaron entrar, así que le pidió prestada una lana a Genoveva la de la tesorería, para poder irse a almorzar y después a su casa.

Los días pasaron lento, muy lento, aunque en realidad pasaban como siempre, pero ya saben cómo se siente esperar algo que tarda en llegar.

“Me dejó una tarjeta y me pidió que lo fuera a ver en una semana y media, para platicar de un asunto importante”, se repetía Jacinto una y otra vez, preguntándose de que se trataría. Ora si van a ver, balbuceo al momento en que pasaba a ver a su jefe con los oficios para firma.

Finalmente llegó el día y Jacinto se trasladó con todo el tiempo del mundo a la Secretaría de Acciones Prioritarias Especiales y etc., la SAPE, como se le conocía en los medios.

Como en otras ocasiones lo detuvo el policía de la puerta y cuando le dijo que tenía una cita con el Secretario, le pidió su nombre, lo verificó en una lista y llamo a una extensión telefónica. No habían transcurrido dos minutos cuando se apareció Pita del Fuerte saludándolo muy amable:

Licenciado, que milagro que nos visita, como ha estado eh, ya ni se acordaba de nosotros verdad.

No pues en verdad… se oyó decir Jacinto, no mucho.

Ya ve, le dijo Pita, pues que mala cara ha visto por acá… Ándele, vengase conmigo, dándole el brazo para que Jacinto lo tomara, salieron caminando más pausadamente. En el trayecto Pita iba bromeando y también reclamándole: Oiga, porqué no me dijo que era tan cercano al licenciado, caray don Jacinto, si viera como lo estima el licenciado…

De verdad, le preguntó Jacinto.

Uy sí, muchísimo, hasta dio instrucciones para que lo atendamos a cuerpo de rey, como se merece, mientras el llega.

Lo pasaron a una salita y apareció un mesero que le ofreció café, fruta y galletas.

Enseguida se apareció el ayudante del secretario privado para informarle que su jefe le pedía unos minutos cuando saliera, para platicar algunas cosas¿¿??.

¿Como qué? preguntó Jacinto.

Pues realmente no sé, le contestaron.

Luego luego apareció la secretaria del ayudante del Lic. Cortés al cuadrado, para informarle que el Lic. había llamado y que ya venía en camino, que por favor no se fuera a desesperar.

Tres minutos después llegó el café, pero ahora lo trajo una edecán como de 1:80 de estatura, piernas muy largas que terminaban en una minifalda bastante pegada a las caderas y una blusa que era difícil no ver, sobre todo por el escote. ¡Qué bárbara!

La vio directamente a los ojos y, bueno, salir del embelesamiento tomó como 5 minutos y de plano ni había escuchado que Lorenita (la edecán) le preguntaba si apetecía azúcar.

Después de múltiples atenciones que le prodigaron, como a las dos horas de estar esperando, entró el Lic. Cortés Cortés.

Licenciado Peláez, que gusto conocerlo, que me cuenta, como lo han tratado, ya le ofrecieron café, o apetece algo más fuertesón ¿eh?.

No licenciado, gracias, así está bien.

Caray, que bola de lame suelas, pensó, exceptuando a Lorenita por supuesto, nada más supieron de la cercanía con Lore, “mi hermano”, y ve, casi soy la estrella, ¿qué suave no?

Ya no tarda el licenciado; licenciado; disculpe la demora, pero estaba en una reunión muy importante con los líderes obreros y campesinos de varias regiones del país, junto con unos empresarios extranjeros y los asesores, pero ya no tarda.

A los pocos minutos lo pasaron a una oficina enorme y por allá en el fondo en un “escritoriote” como de tres metros, asomaba la figura de su gran amigo, sumido en un mullido sillón de piel al que le sobraba la mitad del respaldo; es un sillón que definitivamente le queda grande, pensó.

Caminó el largo trecho hasta el escritorio y casi sin levantar la vista, Lorenzo Rafael le dio un frio saludo que contrastaba con la efusividad cuando lo acompaño al aeropuerto.

Hola “Lore”, le dijo.

Caray Jacinto, no me llames así, aquí soy el Sr. Secretario y por favor en público háblame de usted siempre. Déjame decirte que ya la regaste, ¿porqué andas diciendo que somos como uña y mugre?, eso me limita y me condiciona, no ves que andan rete payasos con eso del tráfico de influencias.

Ah caray, pero si me preguntó sólo una gente de tu confianza y no le dije mayormente nada, así que no pensé…bueno, pues discúlpame o mejor dicho, disculpe usted señor secretario, no volverá a ocurrir.

Bueno, de entrada ya no voy a poder darte el puesto que quería para ti, pues ya me pidieron que lo ocupara con un recomendado de la familia real de no sé donde, de una prima de una tía de un senador y del dueño de la fábrica de panes y pasteles “El Pastelote”. Y a mí me conviene tenerlo cerca para quedar bien con todos.

Lo que sí puedo hacer es nombrarte para que coordines el programa de “Fuentes Renovables Agrarias, Costeras, Alteñas y Someras para el Acceso Rápido de Organizaciones Nativas” que estamos próximos a lanzar, nada más que necesito que platiques con mi secretario privado para que te pongas al corriente y te amplíe la información sobre la chamba.

Se trata de combatir la pobreza en grupos marginados cuya vocación no es ni agrícola, ni industrial ni nada, vamos, sólo son pobres.

Dicho esto se paró y luego luego se despidió, enviándole eso si saludos a toda la familia, saludo que correspondió Jacinto de la misma forma, sin alburearse a Lorenzo, como antes lo hacía.

Ya no pudo decirle más ni preguntarle nada. Sólo un adiós que no sería un hasta luego. Apareció de nuevo la edecán, quien se hizo cargo de llevarlo con el secretario privado.

Que tal, don Jacinto, le dijo. Ya está más tranquilo después de hablar con el licenciado ¿verdad?

Pues sí, más o menos, aunque no me precisó nada del puesto, de que tengo que hacer, en fin…, no sé si usted sepa algo.

Si claro, para eso quiero hablar con usted. Mire, conseguimos un presupuesto inicial de 450 millones, pero la mayoría se va a utilizar en la compra de tractores, maquinaria para agroindustrias y servicios de asesoría, que ya están comprometidos y es de lo que quería hablarle, necesitamos que platique usted con Espiridión López y Edelmira Pacheco, para que se adquieran los tractores y la maquinaria de ya, porque el mero mero los quiere entregar el próximo mes durante las celebraciones patrias.

Así que en cuanto tenga su nombramiento, necesitamos que haga los pedidos a la empresa distribuidora de los tractores “La biela en el surco” que ya fueron probados con éxito en otros países y aquí urge dar resultados Don Jacinto.

Óigame Licenciado, qué no es necesario hacer concursos y pedir autorizaciones y todo eso.

No mire, los fondos son en fideicomiso y hay capital privado de organizaciones sin fines de lucro que nos están asesorando, así que va directo.

Oiga y cuanto personal voy a tener en el programa.

No, cual personal, el programa se opera con gente de la secretaría, de las diferentes direcciones generales que tienen que ver con esto. Usted nada más administra el fideicomiso.

Bueno Don Jacinto, necesito atender otros asuntos, así que lo esperamos mañana como a las 10:30 para darle posesión…

Diciendo esto volvió a aparecerse la edecán y lo acompaño hasta la puerta.

Jacinto se quedó tan preocupado que ya ni coqueteó con Lorenita, vamos, ni el teléfono le pidió.

Pobre Jacinto, no entendía nada de nada, se le hacía muy raro todo eso del programa y del fideicomiso.

Se fue a casa algo apesadumbrado y le platicó a su mujer, quien de inmediato le dijo: Ah que güey eres y tu ¿cuánto te vas a llevar?

A llevar de que, vieja.

Pues de los tractores, de la maquinaria, de los asesores, pues de que más, ni te dijeron cual es el sueldo, así que yo creo que se trata de que de ahí cobren todos, ¿o no?

Chin, con razón hasta el nombre del programita ese me cayó gordo, bien largo y enredado, fíjate nada más el nombrecito y le leyó:

Programa “Fuentes renovables agrarias, costeras, alteñas y someras para el acceso rápido de organizaciones nativas”

Oye viejo y ya te diste cuenta que la prensa luego luego lo va a abreviar y por la siglas quedaría algo así como “F.R.A.C.A.S.A.R.O.N., pues ¿a quién se le ocurrió el nombrecito tu…?

Ya ni me digas vieja, creo que mejor ni me meto en esto, por más que esté Lorenzo hasta arriba ya ves que luego se lleva uno sorpresas.

No durmió en la noche dándole vuelta a todo esto, pero decidió finalmente no aceptar ese puesto que le daba su gran amigo, casi su hermano Lorenzo Rafael Cabrero del Monte.

No asistió a la cita, pero por la tarde trató de hablar con el Lic. Cortés al cuadrado y con Pita del Fuerte, pero ninguno le tomó la llamada.

Preguntó por Lorenita, pero andaba de gira con el Licenciado y llegaría hasta el viernes.

En fin, con el tiempo se resignaría y ya vendría otra oportunidad, pero mejor, más digna y decente desde luego.

Justo al mes de estos sucesos, leyó Jacinto en los diarios:

“ El mero mero entregó 1000 tractores a los beneficiarios del programa FRACASARON, instituido por la SAPE para combatir la pobreza extrema en las zonas vulnerables de nuestro país, bromeando, el mero mero le comentó al secretario que ojalá no tomaran en cuenta el nombrecito que la prensa ideó para este programa tan importante de su administración. Llámenlo por su nombre completo, yo se los pido, aunque les cueste más trabajo, les dijo…

En una nota más pequeña, en una columna de opinión del diario se leía que existía una protesta de los beneficiarios del programa FRACASARON, pues les estaban dando tractores que no servían para nada y que no era a lo que se habían comprometido en la SAPE y acusaban al Secretario de malversación de fondos públicos.

La Secretaría de Revisiones Punitivas (SRP) declaró que investigaría el caso y que, como siempre, se llegaría hasta las últimas consecuencias, sin precisar cuáles serían éstas, aunque se les cuestionó insistentemente.

¡Pinche Lore!, exclamó en silencio Jacinto, ahora si resultó hasta rata…A ver si no te metiste en un lío, quien te manda por prepotente.

No mucho tiempo después, como a los seis meses, lo revolvió una noticia escalofriante:

Decía algo así: “El día de ayer el mero mero cesó al Secretario de la SAPE, (con un idem), buscando reorientar las acciones de sus programas de impacto social y para atender con celeridad los rezagos que históricamente ha tenido el país en esa materia, por lo cual pidió perdón a todos acusando a los gobiernos que se la habían pasado promete y promete…

Aclaró que había recibido múltiples denuncias sobre los tractores que había repartido unos meses antes. La mayoría estaban descompuestos y no existían refacciones ni talleres en el país para esa marca, por lo que había ordenado una investigación exhaustiva para deslindar responsabilidades pues él mismo había sugerido que se utilizaran los tractores de “Diesel Power”, que tenían fama mundial y no esos que compraron que ni siquiera sabía de donde se importaron.

Informó también que instruyó al nuevo titular de la SAPE para que a la brevedad se substituyeran esos tractores.

En una nota más pequeña, signada por el articulista estrella del diario se leía:

“Todo parece indicar que se acabó la tolerancia hacia los abusos de los hombres del poder; el escándalo en torno a la compra fraudulenta de tractores de una marca desconocida para el programa FRACASARON llevó a la substitución del Secretario abruptamente, fuentes cercanas informaron que lo que más causó molestia hasta arriba, es que ya se habían elegido tractores de Diesel Power y no de la marca BeeS de “La Biela en el Surco”, desconociéndose porque el secretario cambió la elección, ignorando las órdenes de su jefe”.

Días después apareció otra nota diciendo “Lorenzo Rafael Cabrero del Monte, ex secretario de la SAPE se encuentra prófugo. La SRP presentó denuncia por presuntas irregularidades en la supuesta compra de los que dizque tractores que supuestamente serían usados por los aparentes beneficiarios del programa FRACASARON”.

“Por otra parte, la SRP sugirió al nuevo secretario cambiarle el nombre al programa por el de Operaciones de Riesgo para Apoyo Significativo a los Indigentes”.

En otra nota días después se decía: “El nuevo director del programa ORASI, Anacleto del Toro, informó que la dependencia a su cargo había ordenado la compra de 1000 tractores de la marca “Diesel Power”, atendiendo a las indicaciones del mero mero de resolver la crisis que se recrudecía en todas las zonas marginadas…”

La población marginada protestó a los pocos días en una manifestación con enormes mantas que decían “Los tractores no se comen” queremos maíz, frijol y chile (jalapeños o serranos, o de árbol, habaneros no). La gente avanzaba gritando consignas contra el ORASI; cantando “No que Ora si, pues ora no” repitiendo y repitiendo hasta el hartazgo la misma tonada.

Jacinto buscó a Lorenzo a sabiendas que no lo encontraría, pero que curioso, su esposa ahora si le tomó la llamada, pidiéndole que ayudara a su esposo en lo que pudiera, por el difícil trance por el que pasaba…Jacinto le dijo que sí, pero no le dijo cuando, pues de zonzo se mete entre las patas de caballos tan finos…

Los altos funcionarios públicos y privados cuando caen en desgracia, independientemente de su nivel de deshonestidad, suelen ser víctimas más de su propia prepotencia que de las circunstancias.

En cuanto tienen cierta autoridad aparecen los primeros síntomas con actitudes de prepotencia, empiezan a sentirse “paridos por la virgen”, como decía mi abuela y esto es porque todo mundo a su alrededor aprueba, festina y magnifica cuanta idea, conclusión, decisión o comentario salga de su boca, aunque sea una tontería, un error o de plano una pendejada.

Al tratar entonces a este “ejecutivo”, algunos se pondrán de tapete, otros buscarán complacerlo con detalles y regalos, otros más se dedicarán a expandir y publicitar la importancia de tal ser de luz llegado a esta tierra para dirigir nuestros destinos con el sacrificio constante de su persona en bien de la sociedad.

Desde el punto de vista del funcionario o ejecutivo en cuestión, comienza a creer que es cierto, pues todo mundo entiende lo que quiere lograr, todo mundo le dice ¡sí, señor, como usted ordene! En fin, comienza a creer que dirige estupendamente, pero cuidado, en el camino comenzará a desarrollar una prepotencia atroz.

Esos grupos burocráticos que lo “entronizan” serán los primeros en arrojar las piedras cuando se trate de lincharlo. Han acomodado las cosas para que el jefe diga qué y ellos vean como le hacen para que resulte, llevando el agua que pueden a su molino.

Mantener los pies en la tierra resulta para algunos de estos “iluminados” prácticamente imposible. En sus monólogos interminables comienza a verse la autocracia, la intransigencia, la terquedad, la insensibilidad y en sus acciones cotidianas su ineficacia y su mediocridad.

Si asciendes en cualquier burocracia, evita volverte prepotente, entiende que las más de las veces toda esa corte que surge de la nada solo busca servirse de tus “favores”, de tus limitaciones y de tus debilidades.

En general, desde muy abajo se dan las actitudes prepotentes (los policías, los empleados de ventanilla, los porteros, las secretarias por ejemplo) y estas se responden con contrapesos también de prepotencia (le digo a tu jefe, “saco charola”, te denuncio…).

Casi diría que las actitudes prepotentes están muy extendidas, nada más que en las esferas de abajo no son tan dañinas.

Pero las mismas actitudes en las personas que si tienen poder real, que pueden ser en verdad prepotentes por los resultados de sus acciones, de sus decisiones y de sus órdenes, que abusan de su condición, derivan en una práctica deleznable que a la larga tiende a polarizar cualquier vinculo social entre quienes alcanzan cierto nivel de poder y quienes no lo tienen.

Mala cosa…

martes, 3 de junio de 2008

EL EFECTO DE LAS MARIPOSAS...EN LA BUROCRACIA.

No cabe duda que el buche se llena de piedritas. Diariamente, el contacto indiscriminado con una bola de burócrataslo lo va logrando.

En el panorama nacional las burocracias se siguen peleando por los centavos y por el poder, mientras la población común y corriente como todos nosotros, solo sentimos cierta impotencia por no poder y también claro, por los centavos.

Si bien son distintas dimensiones de centavos y de poder, la preocupación es en esencia la misma. Una produce más infartos que la otra y también distintos tipos de calvicie, pues los que se jalan el pelo con las dos manos agrandando las entradas suele ser porque ya se los fregaron; sin embargo, el calvo de la mollera, de lo alto de la chirimoya, lo es porque se la pasa rascándose esa parte hasta dar con alguna forma de fregar al prójimo.

Bueno, déjenme contarles que traté de probar el efecto mariposa en la burocracia iniciando un trámite de distintas maneras, para ver si los resultados finales se modificaban y bueno, de cierta forma averigüé que no hay variaciones relevantes en los resultados, esto es que cualesquiera que sean las condiciones iniciales en el proceso, los resultados son muy similares.

Tuve un pequeño accidente con mi auto por eludir a una ambulancia que con una sirena en iiiiiiiiii de ratón surcaba presurosa las amplísimas calles de esta ciudad, e imprudentemente, pues la sirena de plano no se oía, cruzó una avenida donde desgraciadamente iba yo pasando.

Pude eludir a la ambulancia, pero en la maniobra le pegué un abollón a la camioneta con el espejo de otro auto que circulaba a mi derecha y que también aceleró para eludir a la ambulancia.

Bueno, el caso es que llevé el auto a la agencia y en el servicio me dijeron que lo tardarían unos 5 días y ya saben con todos los rollos del caso, que si tenían que desmontar, que si cambiaban la puerta, etc.

Con esta información recurrí ahora a otro taller donde de entrada me mejoraron el precio, pero también me ofrecieron tener el auto en 5 días porque el golpe era sencillo, vamos, según me dijeron casi casi era un rozón.

Como estamos hablando del mismo golpe y dos versiones casi iguales de como repararlo, decidí finalmente y por garantía, llevarlo a la agencia donde lo compré, donde me dieron un tiempo de 5 días y me hacían un descuento del 15% en la reparación, cambiando el lienzo de la puerta, con lo que ambos precios eran similares.

Ahora, después de 15 días de estar sin auto, después de haberme peleado con cuanto gerente me ha salido a tratar de tirar más largas, después de quejarme en la compañía matriz que vende esos autos, después de contestar tres encuestas de servicio que parece que no consideran cuando hay problemas, pues te vuelven a llamar como para ver si ya los perdonaste, en fin, me quedó claro que al tomar mi decisión generé un efecto muy indeseable para mi persona, no desde luego un efecto mariposa, pero lógico en términos científicos, pensando en las burocracias.

Cualquier otra decisión hubiera tenido su propio efecto, pero éste no habría variado mayormente del que tengo ahora. Como estamos en México y tenemos que recurrir a la burocracia de los talleres automotrices, el efecto hubiera sido similar y estaría como estoy hoy, todavía sin mi camioneta.

Entiendo que también tiene que ver el tipo de auto y el uso de nuevos materiales “reforzados” que más se parecen a la lámina de las latas de refresco (que una vez que la aprietas un poco se arrugan y ya no hay manera de desarrugarlas), que a un bastidor firme de lámina para una carrocería.

Quizá la mejor opción hubiera sido no arreglar el golpe y pasármela criticando al ejército por tener ambulancias tan viejas y con sirena de bicicleta y al pobre policía que al ver que los autos no escuchábamos a la ambulancia, se cruzó imprudente en la avenida haciendo señales desesperadas de alto que ya los que estábamos cruzando no podíamos cumplir.

Por otra parte existieron otros efectos del mismo hecho de dejar a reparar el auto, ya que como he tenido que caminar mucho más, me va mejor con el azúcar y con la dieta. Pude también de manera más sencilla comprobar que si lo hubiera llevado una semana antes, hoy llevaría 21 días sin auto.

Igual y también me salvé de algunos nuevos accidentes al quedarme a pie tanto tiempo, aunque pudo haberme atropellado algún imprudente por ser un peatón, si bien más o menos experto, “fuera de práctica”.

Pude también subirme al metrobús y comprobar que el famoso concreto hidráulico que se supone requieren para rodar y en el que gastaron una millonada, es algo así como un empedrado (de piedra de río) disfrazado, pues vas vibrando igual, eso sí, con vaivenes de izquierda a derecha y de arriba abajo o viceversa, que te arrullan mientras viajas.

También pude comprobar que en la estación en que me bajé, subir la rampa para salir a los pasos de peatones resulta harto extenuante y requieres de una buena condición física; en silla de ruedas requeriría ya de una preparación atlética en forma y a conciencia; bajarla también pues necesitarías frenar con todo para no desbocarte.

Pasé también por el elevador de minusválidos pero no funcionaba y me quedé pensando que si alguien en silla de ruedas hubiera bajado en esa estación, verdaderamente se las hubiera visto negras para salir; vamos, tendría que haber vuelto a tomar el metrobús e irse a otro lado.

Eso sí, me consta, en las inmediaciones de cada estación de las cinco que recorrí, podemos disponer de tacos, tortas, tamales y en una de ellas hasta de mariscos, en los consabidos puestos que, obvio, bloquean las banquetas, son antihigiénicos y colaboran decididamente para que pronto alcancemos el primer lugar indiscutible en los índices mundiales de obesidad y males asociados.

No sé porqué da la impresión de que esos permisos que otorga la delegación para ocupar banquetas con puestos de todo, tiene más que ver con la simplificación administrativa que con la renovación moral, como decían antaño cuando empezó todo este rollo neoliberal.

Tuve la oportunidad también de caminar unas 4 cuadras y en todas las bocacalles encontré una rampa para silla de ruedas, bien me dije, sin embargo, algunas de esas rampas son demasiado inclinadas, tienen peligrosas “caídas” laterales y en algunos tramos de las banquetas no cabe una silla de ruedas, considerando los postes de alumbrado, de cableados diversos y otros más pequeños que ponen para que los autos no se estacionen en la banqueta, lo que implica que cualquiera en silla de ruedas tendría que esperar un milagro para poder salvar tantos obstáculos, o bien arriesgarse a ir por el arroyo vehicular, donde podrían ser multados por exceso de velocidad o por detener demasiado el tráfico, depende, además de hacerles ver la imprudencia de tratar de trasladarse por sí solos, en lugar de que algún familiar los empuje.

Ya curioso regresé al elevador y me di cuenta que el propio basamento de la escalera del paso de peatones obstaculiza el paso de cualquier silla de ruedas, o sea que no encontré como se llega a tan ”útil” artefacto como lo podrían ser esos elevadores.

En fin, volviendo a la camioneta, intuyo que si la hubiera dejado en el otro taller, además de seguir sin ella, mis reclamaciones se hubieran perdido en el espacio vacío del valemadrismo nacional.

Mínimo quejarse ante una transnacional, como es el caso, tiene más sentido que afectar la imagen de los compatriotas que honestamente operan en la mecánica automotriz.

Entonces en lugar de contemplar un efecto mariposa, encontramos algo a lo que bautizaremos como efecto ciempiés, ya que estos animalitos si bien no vuelan, si van muy despacio, dan muchísimos, muchísimos pasos para llegar a donde sea y si se tropiezan con algo, se la pasan tropezando un buen rato hasta que el último par de patas libra el obstáculo.

Pero eso sí, de que llegan a la meta llegan y ya me entregarán mi camioneta algún día de estos. ¡Faltaba más!

Esta compañía donde compré la camioneta tenía fama de calidad y eficiencia, cuando era japonesa, pero con esto de las fusiones y concentraciones de marcas y tecnología en unos pocos grandes monstruos trasnacionales, después de tantas fusiones los procedimientos burocráticos sentaron sus reales e imperan en casi todas.

Como ya estamos bien entrados en la primavera, deberíamos abordar mejor el efecto de las mariposas en la burocracia. Es bien sabido que en estas épocas las hormonas se alborotan y suelen sentirse mariposas en el estómago ante cualquier leve provocación del sexo opuesto ( o del mismo en los casos en que aplique) y en esto, los burócratas no son excepción, al contrario, se aprovechan de todas las oportunidades que deja el trabajo que se desempeña, para echar novi@.

Este efecto de las mariposas se ve reflejado en la productividad global de los empleados. Díganme qué gerente o que funcionario puede pensar en el trabajo cuando su asistente o cualquier otra dama joven y bella de su "staff", se presenta con una de esas “blusitas” escotadas que se usan ahora; díganme quién puede prestar atención a cualquier problema con este calor, sin aire acondicionado y con un montón de feromonas flotando en el ambiente.

Igual este efecto de las mariposas podría explicar mejor el caos, refiriéndonos específicamente a las burocracias y al concepto, equivocado por cierto, que le da significado de desorden.

Y nótese que no hablo de la teoría del caos, pues finalmente el sistema burocrático es un sistema estable, con muy pocos factores que permitieran llegar a resultados muy diferentes dependiendo de las condiciones iniciales del subsistema en el que estemos operando.

Aunque a la mejor podrían hacerle como la gaviota Carol, la de la Sirenita, de una simple pipa se saca un “boquiche humerfluo curvilíneo”, como un aparato que proviene de la “prehisteria” y que es capaz de producir música.

Además, dicho sea de paso, según este personaje, la pipa podría convertirse también en una pequeña gargolera, dándole un uso práctico…

Así que dejemos el efecto ciempiés alterado por el efecto de las mariposas en el estómago y busquemos plantear como estrategia alternativa la de prestar nuestros servicios con eficacia y eficiencia, sin importar las distorsiones de la alta burocracia.

No olvidemos una de las normas básicas cuando tenemos un jefe que ni asiste, como el gerente de servicio de esa agencia, o uno que ordena y ordena tonterías: siempre nos queda ejecutar el “obedézcase pero no se cumpla”.

Desde luego, cambiar implica riesgos, pero créanme que son mucho menores que los de no cambiar. Hagamos las cosas bien, que nos cuesta caray. Imaginen toda la buena imagen de una compañía, del gobierno mismo, que se pierde por la negligencia acumulada con efectos sinérgicos de su personal.

Y hasta aquí…

martes, 27 de mayo de 2008

¿VAS A SER PARTE DEL PROBLEMA O PARTE DE LA SOLUCIÓN?

Tuve un jefe por allá en el 85 que cuando me iba a plantear alguna situación problemática en la institución o un conflicto entre el personal, siempre me recibía con esas palabras, a lo que normalmente le contestaba: usted va a firmar o yo voy a firmar, porque partiendo de ahí, me daba cuenta no sólo de la naturaleza del problema, sino también de que tan complicado podía ser el solucionarlo.

Aclaro aquí que jamás me solicitó hacer algo indebido pues si por algo me tenía en la administración era para mantener en orden a la institución.

Y si, aprendí que uno puede ser parte del problema o no dependiendo de la actitud, del enfoque que damos al problema, de las alternativas que sea uno capaz de analizar o estudiar y de las formas como se interpretan las normas por las mentes burocráticas.

Los asuntos se complican en la burocracia porque de entrada existe un no: "no hay, no se puede, no tengo tiempo ahorita, no me corresponde, no está mi jefe y no puedo decidir, no hay forma de solucionarlo, no tengo autorización, no sea malito, pase con fulanito, no ve que ya voy a cerrar, vuelva mañana, no pos lo que usted quiere esta re difícil, no le entiendo, no habla claro"... y otros más que se me olvidan (ah, pues si, “no me acuerdo”).

Ser parte de la solución es más difícil, pues implica un primer esfuerzo para obtener un planteamiento adecuado del problema. Sabemos que las más de las veces si el planteamiento es erróneo, la solución también lo será.

Los planteamientos y en general diría que las solicitudes para atender un sinnúmero de asuntos, conllevan terribles suposiciones, inferencias, intenciones sesgadas y un alto grado de prejuicios que hacen que se compliquen.

Finalmente, en el gobierno y en cualquier organización diría yo, “hay cosas que se pueden, cosas que no se pueden que sí se pueden y cosas que no se pueden que no se pueden” , así que necesitamos afinar nuestra percepción para distinguir claramente cada una de ellas.

También puede uno aprender a leer en los discursos políticos el enfoque que se dio a un problema, las deficiencias de los planteamientos y por supuesto, de las soluciones.

Puede también analizarse el entramado de suposiciones que aparecen, los prejuicios, las limitaciones de la percepción humana tanto individual como grupal y las más de las veces las intenciones de quien nos está tratando de convencer con su discurso.

Apagar los motores de la emotividad, evitar caer en la cursilería ramplona, escuchar con atención las verdaderas pretensiones, medir el cinismo, la hipocresía, debieran ser habilidades en nosotros al escuchar a los políticos, al dialogar con los burócratas, sobre todo después de las primeras decepciones, pero sucede que no.

Sabemos por ejemplo que el "mañana se lo tengo" se convertirá en 5 o 6 días, pero lo aceptamos con la esperanza de que si esté. ¿Qué promesa de político se cumple? Quizá sólo aquellas que le benefician en lo personal.

Sabemos que están muy lejos de interesarse de verdad en la gente y sin embargo nos queda la esperanza de que esto no sea así; por más que la realidad nos muestra la mentira, pensamos de repente que si van a hacer lo que prometen.

En ese lenguaje tan rebuscado yo no sé si soy de “aquellos que apostaron a que el país regresara al siglo X a de C.” o de “aquellos que con su esfuerzo, dedicación y entrega ofrendaron lo mejor de si mismos en beneficio de la patria” o a la mejor soy de “quienes apostaron por un futuro sombrío, aunque la claridad del funcionario brille para asegurarnos que no, que estamos ante una crisis pasajera que resolveremos con la fortaleza que nos caracteríza?? y que ”aquellos que quieren ver derrotado a x, desconocen que la fuerza del estado está con los poderes legítimamente instaurados que ejercen obviamente los iluminados en turno”, “que el país está por sobre los intereses mezquinos y que el gobierno sólo trabaja por los más necesitados, llevándoles la certeza de que tendrán un futuro promisorio, que quedarán reivindicados, que la sociedad les pagará la deuda histórica que el país tiene con ellos; ¿qué más?, ¿qué más?. Ah sí, se me olvidaba, que no vayan a esperar que no suban los precios, que no haya carestía,…sobre eso sólo podemos apechugar.

Yo los invito a que tomen cualquier discurso de cualquier político y es lo mismo, es tan clara su obscuridad, tan obvio el lenguaje rebuscado, casi poético a veces, que se utiliza para enredar a quien escucha.

Vamos, a mi me gustaría que cuando se habla de aquellos que tal o cual, dijeran quienes son para cuidarnos por lo menos, o que hicieron o que sabe el político que nosotros no.

Bueno, sueño guajiro finalmente.

Un problema surge generalmente cuando no podemos alcanzar algún objetivo específico. Y sí, no cabe duda que tenemos ahí una situación problemática. Ahora bien, para plantearnos cuál es el problema concretamente, recurrimos a la identificación de obstáculos, esto es, al análisis de todos aquellos factores, hechos o eventos que impiden que lleguemos a nuestra meta.

Con base en ello elaboramos un planteamiento que suele enfocarse de una u otra manera a la eliminación o elusión de los obstáculos identificados.

Es por esta razón que resulta mucho más importante abrir nuestra percepción hacia las situaciones que obstaculizan alcanzar los objetivos que hacerlo hacia las personas que pensamos actúan como obstáculo.

Un planteamiento escrupulosamente elaborado, abriendo nuestra percepción sin prejuzgar hechos aparentes, permite solucionar mejor los problemas. Si fijamos la atención en personas y conductas como obstáculos, sólo obtendremos soluciones que traerán más problemas.

Por ello es que pido a los lectores que sin buscar descalificaciones estériles se cuiden de aquellos que utilizando los cargos que les fueron conferidos por la voluntad popular, lejos de corresponder con denodado entusiasmo entregándose en cuerpo, mente y alma a las labores indeclinables para salvaguardar los preclaros intereses de las fuerzas interactuantes de la dinámica nacional, buscando con toda objetividad servir a aquellos que sin poseer riquezas materiales inyectan con singular entusiasmo sus más anhelantes propósitos, generando las sinergias de desarrollo sustentable que se requieren y velando por las futuras generaciones que sin lugar a dudas heredaran el país que todos queremos…, se tomen algunos minutos más para reflexionar quienes son parte del problema y quienes de la solución.

viernes, 11 de abril de 2008

LA FRASE DE LA SEMANA

JAMÁS LLEGUES TARDE A LA HORA DE LA SALIDA…


Los horarios de trabajo en la burocracia suelen mostrar rigideces que en nada contribuyen a la productividad.


El reloj checador, cualesquiera que sea su tecnología, es una costumbre heredada de generaciones que no contaban con mayores herramientas de control que las que imponía el horario de trabajo, el capataz y el producto enajenante de las líneas de ensamble.


En la fábrica surgió y alcanzó tal popularidad que se extendió como tumor maligno en todas las organizaciones.


En las burocráticas se acogió como sello distintivo propio; el control de entradas y salidas del personal ofreció un enfoque equivocado, donde lejos de controlar los procesos se favorecía el tratar de controlar a las personas, estableciendo un conjunto de reglas que sustentaban mucho los castigos y poco los premios.


El burócrata agachó la cabeza, tanto como en su momento nuestros indios la agacharon con los encomenderos, guardando en su interior su identidad cultural.


Dentro de todo santo católico se escondía siempre alguna deidad prehispánica y la transculturación a sangre y fuego no pudo finalmente ni con las lenguas autóctonas ni con nuestra idiosincrasia.


Pero si nos hizo dependientes; aprendimos a burlar estos controles pero a base de sufrir los castigos sin fin, ofreciéndonos vías de escape “espiritual”, corporal e intelectual que potenciaron el control hacia nuestro ser interior, se perpetuó esa falta de autoestima tan peculiar en el personal en los distintos niveles de la organización.


Hoy el conflicto no es querer ser y no lograrlo, sino poder ser en un esquema que privilegie el equilibrio entre los premios por el logro de resultados definidos por “el deber ser” que fijan las normas de la organización y la satisfacción de querer ser y hacer lo que nos motiva en nuestra existencia.


La organización inteligente siempre negociará estos principios con su personal, que se constituye en capital humano y buscará la mutua satisfacción que trae consigo siempre el desarrollo y éxito de esa organización.


Creencias inculcadas desde nuestra infancia que después nos acompañan sin sentirlo por el resto de nuestra existencia pueden estar jugando un papel trascendental en nuestra percepción hacia el trabajo, hacia la familia, hacia las jerarquías de cualquier especie, hacia nuestra vida privada, hacia la importancia del concepto de éxito que las elites imponen.


El desequilibrio que sufren las personas asalariadas entre los diferentes intereses que deben sustentar su desarrollo como seres humanos es muy evidente.


Los jóvenes han confundido los conceptos de éxito personal por factores de “éxito social”, el ser por el tener, hacer lo que nos gusta por hacer “lo que deja dinero o poder, o ambos.


No nos sorprendemos de ver jóvenes que por alcanzar algo de poder hacen lo que sea, convirtiéndose en seres vacios, sin escrúpulos y hasta medio perversos en sus relaciones con el entorno donde se mueven; seres con una autoestima que lejos de serlo, solo aparece como soberbia, como actitud prepotente que con el tiempo se vuelve prepotencia real.


Crear nuevos paradigmas no es tarea fácil.


Los sistemas de explotación que buscan sustentarse en un capital humano deteriorado, empobrecido, han mostrado afortunadamente su fracaso y los sistemas más abiertos, más consecuentes con la naturaleza del ser humano, logran cada vez más, organizaciones exitosas incluso en ramas extremadamente complejas.


Véanse los esquemas organizacionales e incluso ambientales de las grandes empresas de tecnología: IBM, Microsoft, Google, Yahoo, HP, Apple, etc. contemplen sus políticas y el respeto que inculcan respecto a la naturaleza productiva del ser humano. No dudo que trabajar en esos sitios debe resultar increíble por la enorme facilidad y apoyo para “poder ser” y por ende poder hacer dentro de la organización.


Sin embargo, estas estructuras y modelos no han permeado hacia las estructuras gubernamentales más que en el discurso, porque quienes podrían cambiar las cosas utilizan sólo sus neuronas motoras y el agache servil hacia la jerarquía.


Suena bonito y pegador hablar de modernidad, aunque se mantengan políticas y normas retrógradas, propias de las sociedades cerradas con códigos de fidelidad francamente irracionales.


Así es posible que los ineptos, fieles por incompetentes, ocupen posiciones privilegiadas y se sirvan de ellas sin recato, tratando de acumular poder y vuelven a caer con la misma ignorancia en tratar de controlar a las personas y no a los procesos de los que son responsables.


El reloj checador, la lista de asistencia, los controles de acceso impuestos por seguridad, permiten saber de la presencia de los empleados, pero jamás de su trabajo.


Hace tiempo me daba mucha risa observar en las muy populares listas de asistencia, creadas para “taparle el ojo al macho” como dicen por ahí, la actitud de la persona que controlaba la lista (una secretaria por lo regular), que tenía la obligación de colocar una raya roja al final de la lista justo cuando terminaba el periodo de tolerancia (concepto absurdo por cierto), de tal forma que fuera notorio quienes llegaban tarde.


Mi primera sugerencia fue que su jefe le regalara un reloj nuevo a la secretaria, pues de manera extraña el suyo se adelantaba o atrasaba dependiendo básicamente de quienes faltaban por firmar y así la raya exhibía únicamente a las personas no afines a la secretaria en cuestión.


La mayoría de los controles burocráticos que descansan en un esquema de autorizaciones de lo que sea, son por naturaleza corruptibles, son como la raya roja de las listas de asistencia y se comportarán “a según de lo que se trate”.


Las horas nalga pueden en un momento dado fortalecer y hasta agrandar los glúteos, pero nada pueden hacer por nuestros cerebros, por nuestro conocimiento, si existen políticas restrictivas a la creatividad, normas que rechazan la generación de soluciones diferentes a las que dicta la jerarquía o la propia normatividad.


Castigamos la curiosidad e incluso el afán por aprender del personal, le restringimos incluso el acceso a internet porque alguien, por cierto con absoluta ignorancia, cree que el común de los empleados busca perder el tiempo utilizando esos recursos y no dudamos que alguno lo intente hacer así, pero la realidad es que la gente que pierde tiempo es porque no tiene trabajo, o bien porque el trabajo que hace ni siquiera le es reconocido y lo hace rápido y de mala calidad para dedicarse a cualquier otra cosa.


No necesita estar conectado a internet para perder el tiempo, sólo necesita un jefe burócrata, un trabajo desmotivante y actuar como si le importara lo que hace aunque de mil amores lo dejaría de hacer.


La política medieval de “impedir el contacto con el exterior” justo en el medio que permite hoy día la expansión del conocimiento, está creada por burócratas informáticos que siguen a ciegas y por moda las “novedades” que en materia de software les permite un aparente control en el “performance” de las redes, sin embargo no se paran a ver el daño que le provocan a la organización.


Me recuerda aquella política de un famoso chocolatero en el México de los años 50´s o 60´s, que le permitía a su personal tomar cuantos chocolates quisieran; a veces alguno abusaba pero en su propio pecado llevaba la penitencia, lo que le obligaba a auto controlarse en su consumo de chocolates. Incluso algunos dejaban de probarlos por completo. Esta chocolatera llegó a ser la más importante de Latinoamérica hasta que se burocratizó. Hoy ya no existe.


Siempre seré partidario de una sociedad abierta a la información y a las ideas y en la burocracia, desgraciadamente, se castigan las ideas y se condiciona la información, quizá por ello decidí autoproclamarme "burócrata renegado".


La frase que nos ocupa, aunque ustedes no lo crean no surge de los empleados que les urge marcharse; no, surge de la jerarquía que obliga al empleado a checar su salida a tiempo para no pagar tiempo extra.


En algunas oficinas se obliga al personal a ir a checar y regresar a trabajar sin derecho a remuneración extraordinaria; increíble ¿no? ¡Qué raro que algo así pase!


Ahora que si en la organización donde trabajas no existen tales políticas, cumple de todas formas con esta norma no escrita, sin regresar a trabajar por supuesto, cosa que tu familia te agradecerá, además de que te ayuda a equilibrar tus actividades para crecer como ser humano.


No te quedes haciendo horas nalga hasta que a tu jefe se le ocurra retirarse, nada más porque pudiera necesitar algo de ti; mejor déjale tu teléfono celular y en el remoto caso que se presentara una emergencia real si estate dispuesto a colaborar en lo necesario. Recuerda, jamás llegues tarde a la hora de la salida.


Divide tu tiempo en forma razonable entre trabajo, diversión, familia, descanso, actividades sociales, servicio a la comunidad y verás con el tiempo que te vuelves un ser humano trascendente, lleno de satisfacciones y altamente productivo en lo que decidas realizar…


Hasta la próxima...

viernes, 4 de abril de 2008

ENTRE TACOS, TORTAS Y TAMALES

Nada se da con mayor naturalidad en las burocracias que la organización de los convivios en la oficina.

A lo largo de tantos años he podido degustar cualquier cantidad de viandas, desde tacos de canasta hasta salmón ahumado, desde tamales de chipilín hasta tortas ahogadas.

En primerísimo lugar los tacos, bien de carnitas, de barbacoa, de canasta, de suadero, de guisados como mole verde, cochinita pibil, tinga poblana, bistec en salsa, picadillo, todo esto con arroz o sin ( con arroz se llaman acorazados) flautas de barbacoa, de pollo o de papa con chorizo, quesadillas de todo menos de queso que son muy simples, memelas, guaraches, gorditas , petroleras ( que son las gorditas de chicharrón prensado), los sopes, los panuchos, los tacos de relleno negro,las tortas de pavo, de pierna, cubanas, ahogadas, tamales costeños, oaxaqueños, “de chile, de dulce y de manteca”, rojos, verdes y de rajas, baguettes, hamburguesas, pizzas, con sus salsas o con chiles en vinagre y el refresco; en fin.

Uno comprende que al acompañar toda esta comida con refrescos, esa industria tenga tanta preponderancia en México.

Recibir por otra parte los obsequios gastronómicos, cariñosos, de las familias de las personas que laboraban conmigo. Chorizos hechos en casa, tamales regiomontanos, cabrito hecho en casa también, asados, pasteles, flanes, compota de zapote blanco, dulces regionales, como el queso de tuna, las glorias, jamoncillos de piñón, de nuez, de pepita, cocadas de guerrero o de colima, igual, flanes y pasteles casi por cualquier motivo ¡humm!

Uno podría mantenerse de los convivios de oficina sin ningún problema.

“Bienvenido licenciado, se dirigió a mí un grupo de empleados en la última oficina donde laboré, comisionados para informarme, antes que cualquier otra cosa, la existencia de un “derecho de piso” que cada nuevo empleado tenía la obligación de pagar al llegar a esas oficinas.

¿Como en los mercados y en la vía pública? Pregunté.

Bueno no tan así, usted invite lo que quiera, puede ser cualquier alimento al alcance de sus posibilidades, si no se trata de que pierda sino de convivir con todos.

Dicho esto, pagué mi derecho de piso invitándolos a una “botanera” que no es otra cosa que una cantina que te da la comida al comprar las bebidas. Otras personas que llegaron a esa oficina compraron tacos sudados, otros de canasta.

La madre de una de las nuevas empleadas nos hizo tacos dorados de papa con chorizo, con su salsita verde y los refrescos, claro. Otro más invito tamales, aunque no era 2 de febrero, en otra ocasión carnitas y chicharrón, acompañados de pápalo quelite, buenas salsas y mejores tortillas, todo esto en la oficina; otro compañero invitó en su casa toda una comilona, sacrificando a la esposa para quedar bien, y así…

Pese a todas las prohibiciones, la costumbre de almorzar algo en las oficinas burocráticas es inalterable.

Los principales convivios del año son desde luego la rosca de reyes, luego vienen los tamales del 2 de febrero, incluidos atoles y champurrado, la primavera en marzo, el día de la madre, el día de la secretaria, los cumpleaños de todos, bien sea que se haga un convivio al mes por todos los que cumplen años (muy socorrido en épocas de crisis) o bien como caiga cada cumpleaños o santo, o ambos si se puede, las fiestas patrias, el día de muertos, y al arribo de las fiestas navideñas, se inicia el famoso puente Guadalupe- Reyes, que va del 12 de diciembre al 6 de enero, donde prácticamente diario existe algún convivio, dentro y fuera de la oficina.

Cabe aclarar que este puente se ha venido ampliando con extensiones más o menos regulares, así que hoy se habla del puente Guadalupe - Candelaria. A la mejor queda instituido pronto…

Claro que a lo largo de la vida se te presentan un montón de circunstancias que asocias quieras o no a este tipo de convivios de oficina.

Hace ya algunos lustros, unos ocho quizá, y sirva como ejemplo, siendo yo muy joven tuve la oportunidad de adquirir un auto nuevo.

Como trabajaba en un banco del gobierno, tenía derecho a que me dieran un precio especial que se llamaba entonces “precio de gobierno”.

Para tramitarlo, se tenía que conseguir la autorización de una dependencia específica, a la que llegaban todas esas solicitudes.

Tratando de agilizar el trámite me fui a esa oficina, donde me topé con Lupita, secretaria del funcionario que firmaba esas cosas.

¡Uh! me dijo, fíjese que va a tardar el licenciado así que dudo mucho que salga su oficio. No le haga contesté, me urge tener ese oficio.

Pues que es para usted el auto. Si le dije, es el primer auto que compro y ya me dieron un crédito del banco a 5 años para pagarlo. El auto era un Volkswagen 1965 y tendría que pagar $242.00 quincenales por los cinco años.

No sé si se compadeció de mí, o francamente me estaba “soltando los perros”, pues me dijo “Y qué, ¿me va a invitar a dar la vuelta? Como estaba de muy buen ver la señora, aunque ya algo mayor para mi corta edad, le conteste (con algo de timidez, lo confieso) que por supuesto, que nada más que lo tuviera.

Me dijo entonces que si tenía tiempo esperara al licenciado, pues era día de firmas, así que cabía la posibilidad de que firmara mi oficio. No me aseguraba nada, pero decidí esperar.

Tenía yo un buen rato leyendo, cuando se acercó de nuevo y me dijo, “no quiere un taco. ¿Cómo? Le conteste. Si, es que hoy es cumpleaños de la secretaria del licenciado ¿¿??(No recuerdo el nombre) y trajeron barbacoa y carnitas.

Así que la seguí hasta lo que venía siendo el archivo general de esa oficina, pues era un espacio muy grande, eso sí, lleno de archiveros y papel.

Para mi sorpresa, tenían dos parrillas conectadas, una calentando un comal donde estaban haciendo las tortillas para los tacos y otra calentando el consomé de borrego. Sin medir el riesgo de tener esas parrillas con todo el papel que existía en ese archivo, me acerqué a donde estaban unos 20 empleados.

Las carnitas y la barbacoa estaban envueltas en papel de estraza y se veían y olían muy, pero muy bien. Con confianza licenciado, me dijo Lupita, se ve que trae hambre, además como que le hace falta alimentarse bien, esta usted muy flaco.

Me comí tres buenos tacos de carnitas y un refresco, con lo que quedé súper lleno. Todavía sacaron pastel, pero de ese si ya me excusé.

Al poco rato llegó el licenciado que firmaba esos oficios y Lupita se dio una “manita de gato”, entró con un pedazo de pastel y café; enseguida salió y tomo un “bonche” de oficios para firma, señalándome que ahí iba el mío.

Pasaron otros cuarenta o cuarenta y cinco minutos, cuando salió de nuevo con los oficios firmados y los que no alcanzó a firmar pues tenía una agenda apretada.

Todavía me hizo sufrir algunos minutos más hasta que me dio mi oficio no sin antes hacerme la broma de que el mío no estaba firmado.

Como se le olvidó lo de la paseada y me dio el oficio así nada más, di media vuelta y salí muy contento con él. Que buen servicio y que bien dieron de comer, pensé para mí, además de todo ya me ahorre la comida, caray.

Bueno, regresando al tema, me gustaría dar un repaso por los menús más socorridos.

Hubo un tiempo en que nos aficionamos al ajedrez, al grado que no salíamos a comer; pedíamos tortas y refrescos y jugábamos en la sala de juntas. Las tortas cumplían bien su cometido, sobre todo unas “cubanas”, que preparaban con todo lo que se puedan imaginar: jamón, queso, salchicha, pierna de puerco, huevo, pastel de pollo y a veces incluso “queso de puerco”; todo en una telera muy grande (especial) con aguacate, jitomate, crema, cebolla y chile.

Aparte de engordar llegamos a tal nivel de competencia que lejos de relajarnos para seguir trabajando, nos estresábamos bastante, lo que me llevo a suspender tales prácticas y formar varios equipos de boliche para tratar de mantenernos en forma.

En esas épocas, administrar un centro de cómputo generaba ya de por sí muchísimo estrés; tanto que te aficionas de más al café. Yo llegué a tomar unas 30 tazas por día en épocas de cierres mensuales y cuando existían conflictos “cibernéticos”.

Hubo también una época en que se estilaba festejar con pizza en lugar de pastel pero afortunadamente duró poco y regresamos a lo tradicional.

Hoy en día prácticamente está prohibido en todas las oficinas comer, pero es de esas cosas que no se pueden que sí se pueden, pues en general el personal se las ingenia o bien para ir relajando esa disciplina, o bien para introducir con efugios piezas comestibles para entretener el hambre.

Poner un puesto de tacos o de tortas cerca de una oficina de gobierno es éxito seguro, no hay pierde, y al restringirse los convivios de oficina, la gente ahora sale más a almorzar o incluso a desayunar una vez cumplido el clásico requisito de checar tarjeta y antes de que los jefes se dignen a ir apareciendo, por lo que suele tenerse tiempo más que suficiente.

Tuve un jefe aficionado al sushi, comida que ponía en la mesa cuando había reuniones prolongadas, que era muy seguido por cierto. Después de la salmonelosis que tuvo, dejamos esa práctica afortunadamente.

Créanme que llega uno a odiar ciertos alimentos que se consumen tan frecuentemente y en circunstancias obvias de estrés. Tuve otro Jefe que era fanático del pollo “Don Fer” y no desaprovechaba oportunidad de hacer juntas a la hora de la comida, consumiendo pollo y arroz.

Quieras o no el colesterol te persigue, los riesgos se incrementan y muchos, muchos talentos terminan lisiados o en la morgue, pues cometieron el error, el craso error, de juntar un placer tan esencial con una obligación tan odiosa como lo es trabajar para burócratas que mudan su casa a la oficina y que piensan que trabajar medio día significa que es de 9 a 9 y jornada completa que desayunas, comes, cenas y duermes ahí mismo.

Las comidas de negocios, al hablar en ellas de trabajo, se vuelven fuente de gastritis crónica, independientemente del engordamiento al que conduce y si se bebe licor, a la hinchazón notoria de cara y párpados.

Si no, observen a los nuevos altos funcionarios, llegan delgados, sonrientes y a los pocos meses se les observa bien hinchados, no sólo por la bebida y la comida, sino porque ahora seguramente visten trajes a la medida… de las circunstancias.

Ojalá y pudiéramos tener un mejor equilibrio en el trabajo, ojalá y se prestara atención al ejercicio físico en intervalos adecuados, ojalá se permitiera el almuerzo de forma racional y ojalá aprendamos algún día donde termina el trabajo y comienza nuestra vida privada, porqué es que debemos respetar por sobre todas las cosas a nuestra familia dándole una importancia mucho mayor que al trabajo.

Esto, las más de las veces, lo aprende uno demasiado tarde…

Hasta la siguiente…

sábado, 29 de marzo de 2008

EL LENGUAJE FLORIDO DE LA BUROCRACIA.

Lo primero que aprende un burócrata es a no usar un lenguaje directo.

En un símil con la geometría, en términos de lenguaje, la línea recta no es la menor distancia entre dos puntos. Un mensaje directo puede ofender, puede herir susceptibilidades, así que se substituye por formas protocolarias de lenguaje burocrático comúnmente aceptadas, que finalmente dan resultados lentos y tortuosos.

Así, en lugar de escribir a un funcionario simplemente “Le solicito tal o cual cosa…Atentamente…”, o si estamos en un “chat” algo así como “X mdio d ste qro q …”, se utilizan formas como la siguiente:

“Por medio del presente oficio, me permito distraer su fina atención a efecto de solicitarle de la manera más atenta y si para ello no existe inconveniente, gire usted sus apreciables instrucciones a quien o quienes corresponda o considere convenientes, a efecto de…

Sin otro particular reitero a usted las seguridades de mi más alta y distinguida consideración…

Atentamente…”

Las respuestas no son menos complicadas:

“Me refiero a su oficio número sss-xxxxx-1000/2008 del xx de febrero, recibido en esta el xx de marzo del presente año, donde amablemente nos solicita que… (Aquí se inserta todo el oficio recibido, salvo la despedida y el “Atentamente” claro).

Sobre el particular, me permito informarle que he girado las instrucciones pertinentes al departamento XXXX (o al C. Fulanito de tal, Director xxx de yyy, etc, etc.) a efecto de que atienda su petición a la mayor brevedad. No olvido manifestarle el interés de esta oficina de mi cargo para coadyuvar eficientemente en el logro de los objetivos de la ciudadanía, bla, bla, bla, bla…

Sin otro particular, le retiro la seguridad de mi más alta y distinguida consideración… Atentamente…”

Un queridísimo amigo decía hace muchos años que el que escribe es el que toma las decisiones, refiriéndose a quien prepara la información que finalmente es utilizada por las jerarquías en sus comunicaciones y discursos y, desde luego, para tomar sus decisiones.

Hoy día esto es un poco más complicado. Importa más el “spot” publicitario, la foto, la crónica pagada, que la comunicación honesta que nos mereceríamos todos los ciudadanos. Y quienes hacen los discursos para decir los rollos del momento a través de algún alto funcionario, cada vez están peor preparados.

Véase si no estas frases de un discurso reciente del Director General de Pemex, con motivo de la celebración del 70 aniversario de la expropiación petrolera:

“En paralelo, PEMEX fue y sigue siendo sujeto a más y más regulaciones, propias de las entidades públicas en México pero inadecuadas para una empresa petrolera nacional en el mundo contemporáneo”. (¿Y cuándo las va a cambiar o por qué no se han cambiado?)

“El modelo de regulación y gestión resultante es totalmente obsoleto”. (IDEM)

“Por eso, Petróleos Mexicanos vive una situación por demás difícil, que le plantea una encrucijada; seguir sujeto a ese cúmulo de reglas, controles burocráticos y limitaciones a su operación, que lo condenaría a un deterioro operativo y financiero ininterrumpido; o luchar para que se elimine esa camisa de fuerza que inhibe su crecimiento, a fin de que el país deje de seguir perdiendo valiosas oportunidades en materia de hidrocarburos”. (Esto medio sonó a Hamlet: “ser o no ser, he ahí el dilema, que es más importante para el espíritu: sufrir los golpes y dardos de la insultante fortuna o, volviéndose contra un piélago de calamidades, acabar con ellas. Morir, dormir. ¿No más?…”)

“Por eso, quienes realmente deseamos un PEMEX, fuerte para beneficio de México, debemos promover una revisión de su situación, sin ambages e impulsar cambios que le permitan modernizarse”. (Estimado director general ¿qué no tiene autoridad para hacerlos, con quien los quiere promover? Y la neta, si realmente desea un Pemex fuerte, ¿porqué buscamos dejarlo a merced de las grandes transnacionales, más de lo que ya está por no haber desarrollado tecnología propia?)

“Sólo así la empresa podrá resolver con éxito los nuevos retos que le plantean el México de hoy, el entorno actual de los mercados petroleros internacionales y el futuro de ambos”. (¿Sólo Así?, ¿pues desde cuando estamos preparando capital humano a la altura de esas circunstancias, o es que vienen de afuera, “nos ayudan” y se van?)

“Durante 70 años, Petróleos Mexicanos ha sido la empresa pública emblemática de México, la más grande, la que más aporta al erario público; pilar de la balanza de pagos del país y motor para la planta productiva nacional”.(¿con todo y lo malo?, entonces no esta tan fregada pues, ¿quien le entiende?)

“De ahí que la mayoría de los mexicanos reconozcan la necesidad y la urgencia de realizar diversos cambios para fortalecer a PEMEX, su empresa petrolera nacional. (¿De verdad?, ¿como a cuantos les interesará Pemex o “los cambios en Pemex”?, ¿serán más que los que, de diferente forma, recuerdan a Pemex por los desvíos multimillonarios y los negocios de las élites políticas y empresariales?)

“Por lo anterior, hoy conmemoramos esta fecha con orgullo (o sea que está de la fregada aunque…) y a la vez con preocupación, pero también con esperanza; orgullo por lo que se ha avanzado, preocupación por los rezagos acumulados y por los retos en lo que falta por andar, y esperanza por el respaldo de los mexicanos para renovar y fortalecer a PEMEX bajo el liderazgo del Presidente Felipe Calderón.” (Así, evocando a Lope de Vega diría el poeta:

"En fin, señora, me veo
sin mí, sin vos y sin dios:
Sin dios, por lo que os deseo;
sin mí, porque estoy sin vos;
sin vos, porque no os poseo”…)

Si tomáramos el programa de lenguaje ciudadano del Gobierno, deberíamos comenzar con los discursos, ¿no creen?, claro que sin caer hasta al fondo. El otro día escuché a dos jóvenes que trataban de comentar este rollo del petróleo y más o menos dijeron:

“No manches wey, ya viste que tenemos un buen de gas en el océano y que pa´ sacarlo tienen que vender a Pemex. Te sacas tú wey, me cae que no entendiste nada, güey, no, mira wey, para que el güey güey saque al buey de la barranca, necesitan un chingo de billete y, ps´ solo los gringos, o no wey, parece que estas juey caray.

Y los brasileños que,wey,…le contestó.

Y la selección del resto del mundo, sácate que…, concluyó la plática.

Por cierto, comentando sobre este programa de lenguaje ciudadano, encontré en su página este "buen ejemplo" de claridad, sintaxis puntuación y construcción gramatical:
El nombre de las cosas - 2007/05/23 03:49 Hay palabras que se usan de modo inapropiado de manera contumaz hasta que se arraigan. Contrariamente a lo que se cree a veces, este uso particular no mejora la comunicación: si un lector no entiende un vocablo, lo lógico es que consulte el diccionario, y no resolverá su duda si allí no encuentra un significado concordante con el sentido de lo que leyó. (¡EXACTO!)

El pensamiento circular y el uso indiscriminado de pleonasmos están siempre presentes en los escritos y discursos burocráticos. Es fácil caer en perogrulladas y bueno, hasta en la presentación del manual de lenguaje ciudadano, siguiendo aquello de “En casa del jabonero el que no cae resbala”…

Se lee: “Todos los ciudadanos tenemos derecho a recibir del gobierno información clara y objetiva, a fin de hacer efectivos nuestros derechos y cumplir con nuestras obligaciones de mejor manera”.

“Como servidores públicos tenemos el mismo reto que refería el gran poeta y escritor Pablo Neruda, cuando decía “que mientras más escribía, más difícil le era expresar su sentir”; luego entonces una escritura clara y eficaz representa un reto mayor en nuestra labor diaria como servidores de la sociedad”. (Caray, para expresar el sentir burocrático se requeriría permitir el uso de palabrotas y mentadas de madre. Ya me imagino un oficio que dijera, “no, ni madres, no está autorizado, váyase al carajo”…)

Termina la presentación de este manual diciendo: “Deseo que esta aportación sirva a todos para avanzar en ese gran sueño llamado México”.

Yo preferiría avanzar en la realidad de México y no con discursos sino con hechos, por ahí esa Secretaría tiene muchos entuertos y muy seguido se suman nuevos.

Y sí, hablando de lenguaje claro, no vale hacerse güeyes con las violaciones a las leyes. Lo que se entiende de su actuación es algo así como decir “si violó la ley, pero fue legal”

Total, así se habla en la burocracia, porque en el gobierno hay cosas normales que se pueden hacer, cosas normales que no se pueden hacer que si se pueden hacer y cosas extraordinarias que no se pueden, que no se pueden, y estas de la corrupción tolerada y encubierta son de las últimas. ¿No creen?

A la mejor en nuestras escuelas comenzará a enseñarse el gallego, uno nunca sabe que tan fortalecidas quedan las personas con la impunidad, así que empiezo a practicar usando la vieja gramática que me heredó mi madre, ella si, gallega decente.

O parvo de Xan, ninguén medra as os cretos embazar. Ainda podes te arrepentir.

Hasta la siguiente…