domingo, 22 de junio de 2008

LA BUROCRACIA PREPOTENTE

Tener actitudes prepotentes y volverse prepotente,
es cuestión de grado y a veces también de mala suerte.


“Ahora si es la mía, dijo para sí Jacinto Peláez, pues acababa de leer que el mero mero había nombrado a su gran amigo Lorenzo Rafael Cabrero del Monte, como “Secretario de Acciones Prioritarias Especiales para Combatir la Pobreza Extrema en Grupos Marginados cuya Vocación no Ajusta en el Modelo Neoliberal”, o sea, que le habían dado un huesote, donde iba a manejar mucha lana, prácticamente sin compromisos pues eran subsidios y luego, según había escuchado, entrarle a ayudar a los pobres, era buen negocio, así que se sintió ya del otro lado”.

Buscó de inmediato a su amigo, pero lo rebotaron una y otra vez: primero la que era su secretaria, Pamela Tirado, luego el nuevo secretario particular Lic. Serafín Cortés Cortés, después el ayudante de la secretaria privada, el ayudante privado del secretario particular, el asistente del jefe de escoltas y una vez la encargada de la limpieza.

Ya en el colmo del desaire, lo atendió el asesor de la asistente del coordinador de asuntos en trámite de la coordinación general de asuntos, adscrita a la secretaría particular de la secretaria privada, persona que de plano se hizo el occiso y lo mandó literalmente a donde suelen enviar a todos en un célebre estado de la república famoso por sus futbolistas, sus cantantes y músicos folclóricos, herederos de la más pura tradición ranchera y aquellos del barrio ese que no recuerdo como se llama.

Bueno, el caso es que ya habían pasado dos meses y del “gran amigo” ni sus luces, que si andaba de gira, que si lo había llamado precisamente el preciso en el preciso instante en que estaba entrando su llamada y, pues nada, al fin de cuentas, nada.

Después de 5 meses y ya desesperado, se fue a buscarlo a su oficina pero no pudo ni siquiera entrar: que tenían órdenes de no dejar pasar a personas que no tuvieran un asunto que tratar, que cual era el asunto, que aunque fuera su conocido no podían hacer nada, que ni siquiera intentara tratar de sorprenderlos con falsas influencias, pues eso estaba penado, que si ya había enviado por escrito su petición y así por el estilo. Pura prepotencia.

Oiga y ya vio a Pita del Fuerte, le recomendó un joven que se compadeció del él, diciéndole, vaya a verla, verá que es a todo dar y Pita tiene influencia con el licenciado pues él dice que le recuerda a una tal Mamá María que fue su nana por allá en su remota infancia y créame que cuando llama Pita, la oyen; o sea, si Pita pita, como va lo atienden. (Bromearon con él).

Ya lo había intentado, pero sin resultados, incluso hasta le había llevado un regalito para quedar bien, pero nada. Yo creo que le caí gordo, les dijo lastimeramente, aunque si se quedó con mi regalo.

Como último intento se fue de plantón a la casa de Lorenzo Rafael, la esposa, antes tan sencilla ni lo recibió. Lo atendió una persona del servicio que dijo ser la sargento Martínez, pero de los amigos nada. Le dijeron que la señora andaba de shopping en San Antonio.

Decidió plantarse ahí, para ver si llegaba su “gran amigo, su hermano, su compañero de mil batallas, su cuate desde la primaria”, hasta que se presentó un policía judicial y se lo llevaron con cargos de posible intento de secuestro.

Como a los cuatro días salió ya del embrollo y bueno, cuál no sería su sorpresa al día siguiente. Iba caminando rumbo a su trabajo, cuando de repente lo llaman desde un automóvil y era nada menos que Lorenzo Rafael.

¡Quiubo!, le dijo, ¿dónde te has metido? no has ido a buscarme y ya se te han ido un buen de oportunidades, ¿porqué te me pierdes?, hermano, vente súbete para platicar.

En tres segundos dos agentes ya lo habían subido a la camioneta y se fueron juntos, hasta el aeropuerto, pues salía con el mero mero a una gira de trabajo.

Poco le pudo decir de que lo había buscado, de todo lo que le habían hecho, pues Lore, como le decía, se la pasó regañándolo, se le veía sentido de que ni siquiera una felicitación había recibido de su “hermano”.

Jacinto le había enviado como seis, pero parece que ninguna le llegó.

Llegando al aeropuerto le dejó una tarjeta suya y le pidió a uno de sus ayudantes que le diera una cita para el viernes de la siguiente semana. Y trátenmelo bien ¿si?

Uy, le dijo el ayudante, es usted muy afortunado, las citas que da son para dentro de tres o cuatro meses, depende. Que lo conoce de alguna parte o que. No pues crecimos en la misma cuadra, es casi como mi hermano, hicimos la primera comunión juntos, y su hijo Lorencito es amigo de mi hija Socorrito, con eso le digo todo.

Bueno pues lo esperamos por allá el otro viernes, no éste, eh, el siguiente. Ah y pregunte por el Licenciado Cortés Cortés, para que lo atiendan como se merece.

Bueno, pues.

Ni cuenta se dio yde que los autos ya se habían retirado, dejándolo en el aeropuerto sin un clavo para regresarse. Ni modo, buscó un cajero para sacar dinero, pero no le habían depositado la nomina y no tenía fondos. ¡Chin!, solo a mi me pasan estas cosas. Pues ni hablar, a pedir para el pasaje.

Afortunadamente, después de hora y media una señorita le regaló un boleto del metro.

Tuvo que transbordar unas cuatro veces para acercarse a su trabajo y poder irse a pie.

Llegó tardísimo, ya tenía falta y de plano ni lo dejaron entrar, así que le pidió prestada una lana a Genoveva la de la tesorería, para poder irse a almorzar y después a su casa.

Los días pasaron lento, muy lento, aunque en realidad pasaban como siempre, pero ya saben cómo se siente esperar algo que tarda en llegar.

“Me dejó una tarjeta y me pidió que lo fuera a ver en una semana y media, para platicar de un asunto importante”, se repetía Jacinto una y otra vez, preguntándose de que se trataría. Ora si van a ver, balbuceo al momento en que pasaba a ver a su jefe con los oficios para firma.

Finalmente llegó el día y Jacinto se trasladó con todo el tiempo del mundo a la Secretaría de Acciones Prioritarias Especiales y etc., la SAPE, como se le conocía en los medios.

Como en otras ocasiones lo detuvo el policía de la puerta y cuando le dijo que tenía una cita con el Secretario, le pidió su nombre, lo verificó en una lista y llamo a una extensión telefónica. No habían transcurrido dos minutos cuando se apareció Pita del Fuerte saludándolo muy amable:

Licenciado, que milagro que nos visita, como ha estado eh, ya ni se acordaba de nosotros verdad.

No pues en verdad… se oyó decir Jacinto, no mucho.

Ya ve, le dijo Pita, pues que mala cara ha visto por acá… Ándele, vengase conmigo, dándole el brazo para que Jacinto lo tomara, salieron caminando más pausadamente. En el trayecto Pita iba bromeando y también reclamándole: Oiga, porqué no me dijo que era tan cercano al licenciado, caray don Jacinto, si viera como lo estima el licenciado…

De verdad, le preguntó Jacinto.

Uy sí, muchísimo, hasta dio instrucciones para que lo atendamos a cuerpo de rey, como se merece, mientras el llega.

Lo pasaron a una salita y apareció un mesero que le ofreció café, fruta y galletas.

Enseguida se apareció el ayudante del secretario privado para informarle que su jefe le pedía unos minutos cuando saliera, para platicar algunas cosas¿¿??.

¿Como qué? preguntó Jacinto.

Pues realmente no sé, le contestaron.

Luego luego apareció la secretaria del ayudante del Lic. Cortés al cuadrado, para informarle que el Lic. había llamado y que ya venía en camino, que por favor no se fuera a desesperar.

Tres minutos después llegó el café, pero ahora lo trajo una edecán como de 1:80 de estatura, piernas muy largas que terminaban en una minifalda bastante pegada a las caderas y una blusa que era difícil no ver, sobre todo por el escote. ¡Qué bárbara!

La vio directamente a los ojos y, bueno, salir del embelesamiento tomó como 5 minutos y de plano ni había escuchado que Lorenita (la edecán) le preguntaba si apetecía azúcar.

Después de múltiples atenciones que le prodigaron, como a las dos horas de estar esperando, entró el Lic. Cortés Cortés.

Licenciado Peláez, que gusto conocerlo, que me cuenta, como lo han tratado, ya le ofrecieron café, o apetece algo más fuertesón ¿eh?.

No licenciado, gracias, así está bien.

Caray, que bola de lame suelas, pensó, exceptuando a Lorenita por supuesto, nada más supieron de la cercanía con Lore, “mi hermano”, y ve, casi soy la estrella, ¿qué suave no?

Ya no tarda el licenciado; licenciado; disculpe la demora, pero estaba en una reunión muy importante con los líderes obreros y campesinos de varias regiones del país, junto con unos empresarios extranjeros y los asesores, pero ya no tarda.

A los pocos minutos lo pasaron a una oficina enorme y por allá en el fondo en un “escritoriote” como de tres metros, asomaba la figura de su gran amigo, sumido en un mullido sillón de piel al que le sobraba la mitad del respaldo; es un sillón que definitivamente le queda grande, pensó.

Caminó el largo trecho hasta el escritorio y casi sin levantar la vista, Lorenzo Rafael le dio un frio saludo que contrastaba con la efusividad cuando lo acompaño al aeropuerto.

Hola “Lore”, le dijo.

Caray Jacinto, no me llames así, aquí soy el Sr. Secretario y por favor en público háblame de usted siempre. Déjame decirte que ya la regaste, ¿porqué andas diciendo que somos como uña y mugre?, eso me limita y me condiciona, no ves que andan rete payasos con eso del tráfico de influencias.

Ah caray, pero si me preguntó sólo una gente de tu confianza y no le dije mayormente nada, así que no pensé…bueno, pues discúlpame o mejor dicho, disculpe usted señor secretario, no volverá a ocurrir.

Bueno, de entrada ya no voy a poder darte el puesto que quería para ti, pues ya me pidieron que lo ocupara con un recomendado de la familia real de no sé donde, de una prima de una tía de un senador y del dueño de la fábrica de panes y pasteles “El Pastelote”. Y a mí me conviene tenerlo cerca para quedar bien con todos.

Lo que sí puedo hacer es nombrarte para que coordines el programa de “Fuentes Renovables Agrarias, Costeras, Alteñas y Someras para el Acceso Rápido de Organizaciones Nativas” que estamos próximos a lanzar, nada más que necesito que platiques con mi secretario privado para que te pongas al corriente y te amplíe la información sobre la chamba.

Se trata de combatir la pobreza en grupos marginados cuya vocación no es ni agrícola, ni industrial ni nada, vamos, sólo son pobres.

Dicho esto se paró y luego luego se despidió, enviándole eso si saludos a toda la familia, saludo que correspondió Jacinto de la misma forma, sin alburearse a Lorenzo, como antes lo hacía.

Ya no pudo decirle más ni preguntarle nada. Sólo un adiós que no sería un hasta luego. Apareció de nuevo la edecán, quien se hizo cargo de llevarlo con el secretario privado.

Que tal, don Jacinto, le dijo. Ya está más tranquilo después de hablar con el licenciado ¿verdad?

Pues sí, más o menos, aunque no me precisó nada del puesto, de que tengo que hacer, en fin…, no sé si usted sepa algo.

Si claro, para eso quiero hablar con usted. Mire, conseguimos un presupuesto inicial de 450 millones, pero la mayoría se va a utilizar en la compra de tractores, maquinaria para agroindustrias y servicios de asesoría, que ya están comprometidos y es de lo que quería hablarle, necesitamos que platique usted con Espiridión López y Edelmira Pacheco, para que se adquieran los tractores y la maquinaria de ya, porque el mero mero los quiere entregar el próximo mes durante las celebraciones patrias.

Así que en cuanto tenga su nombramiento, necesitamos que haga los pedidos a la empresa distribuidora de los tractores “La biela en el surco” que ya fueron probados con éxito en otros países y aquí urge dar resultados Don Jacinto.

Óigame Licenciado, qué no es necesario hacer concursos y pedir autorizaciones y todo eso.

No mire, los fondos son en fideicomiso y hay capital privado de organizaciones sin fines de lucro que nos están asesorando, así que va directo.

Oiga y cuanto personal voy a tener en el programa.

No, cual personal, el programa se opera con gente de la secretaría, de las diferentes direcciones generales que tienen que ver con esto. Usted nada más administra el fideicomiso.

Bueno Don Jacinto, necesito atender otros asuntos, así que lo esperamos mañana como a las 10:30 para darle posesión…

Diciendo esto volvió a aparecerse la edecán y lo acompaño hasta la puerta.

Jacinto se quedó tan preocupado que ya ni coqueteó con Lorenita, vamos, ni el teléfono le pidió.

Pobre Jacinto, no entendía nada de nada, se le hacía muy raro todo eso del programa y del fideicomiso.

Se fue a casa algo apesadumbrado y le platicó a su mujer, quien de inmediato le dijo: Ah que güey eres y tu ¿cuánto te vas a llevar?

A llevar de que, vieja.

Pues de los tractores, de la maquinaria, de los asesores, pues de que más, ni te dijeron cual es el sueldo, así que yo creo que se trata de que de ahí cobren todos, ¿o no?

Chin, con razón hasta el nombre del programita ese me cayó gordo, bien largo y enredado, fíjate nada más el nombrecito y le leyó:

Programa “Fuentes renovables agrarias, costeras, alteñas y someras para el acceso rápido de organizaciones nativas”

Oye viejo y ya te diste cuenta que la prensa luego luego lo va a abreviar y por la siglas quedaría algo así como “F.R.A.C.A.S.A.R.O.N., pues ¿a quién se le ocurrió el nombrecito tu…?

Ya ni me digas vieja, creo que mejor ni me meto en esto, por más que esté Lorenzo hasta arriba ya ves que luego se lleva uno sorpresas.

No durmió en la noche dándole vuelta a todo esto, pero decidió finalmente no aceptar ese puesto que le daba su gran amigo, casi su hermano Lorenzo Rafael Cabrero del Monte.

No asistió a la cita, pero por la tarde trató de hablar con el Lic. Cortés al cuadrado y con Pita del Fuerte, pero ninguno le tomó la llamada.

Preguntó por Lorenita, pero andaba de gira con el Licenciado y llegaría hasta el viernes.

En fin, con el tiempo se resignaría y ya vendría otra oportunidad, pero mejor, más digna y decente desde luego.

Justo al mes de estos sucesos, leyó Jacinto en los diarios:

“ El mero mero entregó 1000 tractores a los beneficiarios del programa FRACASARON, instituido por la SAPE para combatir la pobreza extrema en las zonas vulnerables de nuestro país, bromeando, el mero mero le comentó al secretario que ojalá no tomaran en cuenta el nombrecito que la prensa ideó para este programa tan importante de su administración. Llámenlo por su nombre completo, yo se los pido, aunque les cueste más trabajo, les dijo…

En una nota más pequeña, en una columna de opinión del diario se leía que existía una protesta de los beneficiarios del programa FRACASARON, pues les estaban dando tractores que no servían para nada y que no era a lo que se habían comprometido en la SAPE y acusaban al Secretario de malversación de fondos públicos.

La Secretaría de Revisiones Punitivas (SRP) declaró que investigaría el caso y que, como siempre, se llegaría hasta las últimas consecuencias, sin precisar cuáles serían éstas, aunque se les cuestionó insistentemente.

¡Pinche Lore!, exclamó en silencio Jacinto, ahora si resultó hasta rata…A ver si no te metiste en un lío, quien te manda por prepotente.

No mucho tiempo después, como a los seis meses, lo revolvió una noticia escalofriante:

Decía algo así: “El día de ayer el mero mero cesó al Secretario de la SAPE, (con un idem), buscando reorientar las acciones de sus programas de impacto social y para atender con celeridad los rezagos que históricamente ha tenido el país en esa materia, por lo cual pidió perdón a todos acusando a los gobiernos que se la habían pasado promete y promete…

Aclaró que había recibido múltiples denuncias sobre los tractores que había repartido unos meses antes. La mayoría estaban descompuestos y no existían refacciones ni talleres en el país para esa marca, por lo que había ordenado una investigación exhaustiva para deslindar responsabilidades pues él mismo había sugerido que se utilizaran los tractores de “Diesel Power”, que tenían fama mundial y no esos que compraron que ni siquiera sabía de donde se importaron.

Informó también que instruyó al nuevo titular de la SAPE para que a la brevedad se substituyeran esos tractores.

En una nota más pequeña, signada por el articulista estrella del diario se leía:

“Todo parece indicar que se acabó la tolerancia hacia los abusos de los hombres del poder; el escándalo en torno a la compra fraudulenta de tractores de una marca desconocida para el programa FRACASARON llevó a la substitución del Secretario abruptamente, fuentes cercanas informaron que lo que más causó molestia hasta arriba, es que ya se habían elegido tractores de Diesel Power y no de la marca BeeS de “La Biela en el Surco”, desconociéndose porque el secretario cambió la elección, ignorando las órdenes de su jefe”.

Días después apareció otra nota diciendo “Lorenzo Rafael Cabrero del Monte, ex secretario de la SAPE se encuentra prófugo. La SRP presentó denuncia por presuntas irregularidades en la supuesta compra de los que dizque tractores que supuestamente serían usados por los aparentes beneficiarios del programa FRACASARON”.

“Por otra parte, la SRP sugirió al nuevo secretario cambiarle el nombre al programa por el de Operaciones de Riesgo para Apoyo Significativo a los Indigentes”.

En otra nota días después se decía: “El nuevo director del programa ORASI, Anacleto del Toro, informó que la dependencia a su cargo había ordenado la compra de 1000 tractores de la marca “Diesel Power”, atendiendo a las indicaciones del mero mero de resolver la crisis que se recrudecía en todas las zonas marginadas…”

La población marginada protestó a los pocos días en una manifestación con enormes mantas que decían “Los tractores no se comen” queremos maíz, frijol y chile (jalapeños o serranos, o de árbol, habaneros no). La gente avanzaba gritando consignas contra el ORASI; cantando “No que Ora si, pues ora no” repitiendo y repitiendo hasta el hartazgo la misma tonada.

Jacinto buscó a Lorenzo a sabiendas que no lo encontraría, pero que curioso, su esposa ahora si le tomó la llamada, pidiéndole que ayudara a su esposo en lo que pudiera, por el difícil trance por el que pasaba…Jacinto le dijo que sí, pero no le dijo cuando, pues de zonzo se mete entre las patas de caballos tan finos…

Los altos funcionarios públicos y privados cuando caen en desgracia, independientemente de su nivel de deshonestidad, suelen ser víctimas más de su propia prepotencia que de las circunstancias.

En cuanto tienen cierta autoridad aparecen los primeros síntomas con actitudes de prepotencia, empiezan a sentirse “paridos por la virgen”, como decía mi abuela y esto es porque todo mundo a su alrededor aprueba, festina y magnifica cuanta idea, conclusión, decisión o comentario salga de su boca, aunque sea una tontería, un error o de plano una pendejada.

Al tratar entonces a este “ejecutivo”, algunos se pondrán de tapete, otros buscarán complacerlo con detalles y regalos, otros más se dedicarán a expandir y publicitar la importancia de tal ser de luz llegado a esta tierra para dirigir nuestros destinos con el sacrificio constante de su persona en bien de la sociedad.

Desde el punto de vista del funcionario o ejecutivo en cuestión, comienza a creer que es cierto, pues todo mundo entiende lo que quiere lograr, todo mundo le dice ¡sí, señor, como usted ordene! En fin, comienza a creer que dirige estupendamente, pero cuidado, en el camino comenzará a desarrollar una prepotencia atroz.

Esos grupos burocráticos que lo “entronizan” serán los primeros en arrojar las piedras cuando se trate de lincharlo. Han acomodado las cosas para que el jefe diga qué y ellos vean como le hacen para que resulte, llevando el agua que pueden a su molino.

Mantener los pies en la tierra resulta para algunos de estos “iluminados” prácticamente imposible. En sus monólogos interminables comienza a verse la autocracia, la intransigencia, la terquedad, la insensibilidad y en sus acciones cotidianas su ineficacia y su mediocridad.

Si asciendes en cualquier burocracia, evita volverte prepotente, entiende que las más de las veces toda esa corte que surge de la nada solo busca servirse de tus “favores”, de tus limitaciones y de tus debilidades.

En general, desde muy abajo se dan las actitudes prepotentes (los policías, los empleados de ventanilla, los porteros, las secretarias por ejemplo) y estas se responden con contrapesos también de prepotencia (le digo a tu jefe, “saco charola”, te denuncio…).

Casi diría que las actitudes prepotentes están muy extendidas, nada más que en las esferas de abajo no son tan dañinas.

Pero las mismas actitudes en las personas que si tienen poder real, que pueden ser en verdad prepotentes por los resultados de sus acciones, de sus decisiones y de sus órdenes, que abusan de su condición, derivan en una práctica deleznable que a la larga tiende a polarizar cualquier vinculo social entre quienes alcanzan cierto nivel de poder y quienes no lo tienen.

Mala cosa…

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