martes, 3 de junio de 2008

EL EFECTO DE LAS MARIPOSAS...EN LA BUROCRACIA.

No cabe duda que el buche se llena de piedritas. Diariamente, el contacto indiscriminado con una bola de burócrataslo lo va logrando.

En el panorama nacional las burocracias se siguen peleando por los centavos y por el poder, mientras la población común y corriente como todos nosotros, solo sentimos cierta impotencia por no poder y también claro, por los centavos.

Si bien son distintas dimensiones de centavos y de poder, la preocupación es en esencia la misma. Una produce más infartos que la otra y también distintos tipos de calvicie, pues los que se jalan el pelo con las dos manos agrandando las entradas suele ser porque ya se los fregaron; sin embargo, el calvo de la mollera, de lo alto de la chirimoya, lo es porque se la pasa rascándose esa parte hasta dar con alguna forma de fregar al prójimo.

Bueno, déjenme contarles que traté de probar el efecto mariposa en la burocracia iniciando un trámite de distintas maneras, para ver si los resultados finales se modificaban y bueno, de cierta forma averigüé que no hay variaciones relevantes en los resultados, esto es que cualesquiera que sean las condiciones iniciales en el proceso, los resultados son muy similares.

Tuve un pequeño accidente con mi auto por eludir a una ambulancia que con una sirena en iiiiiiiiii de ratón surcaba presurosa las amplísimas calles de esta ciudad, e imprudentemente, pues la sirena de plano no se oía, cruzó una avenida donde desgraciadamente iba yo pasando.

Pude eludir a la ambulancia, pero en la maniobra le pegué un abollón a la camioneta con el espejo de otro auto que circulaba a mi derecha y que también aceleró para eludir a la ambulancia.

Bueno, el caso es que llevé el auto a la agencia y en el servicio me dijeron que lo tardarían unos 5 días y ya saben con todos los rollos del caso, que si tenían que desmontar, que si cambiaban la puerta, etc.

Con esta información recurrí ahora a otro taller donde de entrada me mejoraron el precio, pero también me ofrecieron tener el auto en 5 días porque el golpe era sencillo, vamos, según me dijeron casi casi era un rozón.

Como estamos hablando del mismo golpe y dos versiones casi iguales de como repararlo, decidí finalmente y por garantía, llevarlo a la agencia donde lo compré, donde me dieron un tiempo de 5 días y me hacían un descuento del 15% en la reparación, cambiando el lienzo de la puerta, con lo que ambos precios eran similares.

Ahora, después de 15 días de estar sin auto, después de haberme peleado con cuanto gerente me ha salido a tratar de tirar más largas, después de quejarme en la compañía matriz que vende esos autos, después de contestar tres encuestas de servicio que parece que no consideran cuando hay problemas, pues te vuelven a llamar como para ver si ya los perdonaste, en fin, me quedó claro que al tomar mi decisión generé un efecto muy indeseable para mi persona, no desde luego un efecto mariposa, pero lógico en términos científicos, pensando en las burocracias.

Cualquier otra decisión hubiera tenido su propio efecto, pero éste no habría variado mayormente del que tengo ahora. Como estamos en México y tenemos que recurrir a la burocracia de los talleres automotrices, el efecto hubiera sido similar y estaría como estoy hoy, todavía sin mi camioneta.

Entiendo que también tiene que ver el tipo de auto y el uso de nuevos materiales “reforzados” que más se parecen a la lámina de las latas de refresco (que una vez que la aprietas un poco se arrugan y ya no hay manera de desarrugarlas), que a un bastidor firme de lámina para una carrocería.

Quizá la mejor opción hubiera sido no arreglar el golpe y pasármela criticando al ejército por tener ambulancias tan viejas y con sirena de bicicleta y al pobre policía que al ver que los autos no escuchábamos a la ambulancia, se cruzó imprudente en la avenida haciendo señales desesperadas de alto que ya los que estábamos cruzando no podíamos cumplir.

Por otra parte existieron otros efectos del mismo hecho de dejar a reparar el auto, ya que como he tenido que caminar mucho más, me va mejor con el azúcar y con la dieta. Pude también de manera más sencilla comprobar que si lo hubiera llevado una semana antes, hoy llevaría 21 días sin auto.

Igual y también me salvé de algunos nuevos accidentes al quedarme a pie tanto tiempo, aunque pudo haberme atropellado algún imprudente por ser un peatón, si bien más o menos experto, “fuera de práctica”.

Pude también subirme al metrobús y comprobar que el famoso concreto hidráulico que se supone requieren para rodar y en el que gastaron una millonada, es algo así como un empedrado (de piedra de río) disfrazado, pues vas vibrando igual, eso sí, con vaivenes de izquierda a derecha y de arriba abajo o viceversa, que te arrullan mientras viajas.

También pude comprobar que en la estación en que me bajé, subir la rampa para salir a los pasos de peatones resulta harto extenuante y requieres de una buena condición física; en silla de ruedas requeriría ya de una preparación atlética en forma y a conciencia; bajarla también pues necesitarías frenar con todo para no desbocarte.

Pasé también por el elevador de minusválidos pero no funcionaba y me quedé pensando que si alguien en silla de ruedas hubiera bajado en esa estación, verdaderamente se las hubiera visto negras para salir; vamos, tendría que haber vuelto a tomar el metrobús e irse a otro lado.

Eso sí, me consta, en las inmediaciones de cada estación de las cinco que recorrí, podemos disponer de tacos, tortas, tamales y en una de ellas hasta de mariscos, en los consabidos puestos que, obvio, bloquean las banquetas, son antihigiénicos y colaboran decididamente para que pronto alcancemos el primer lugar indiscutible en los índices mundiales de obesidad y males asociados.

No sé porqué da la impresión de que esos permisos que otorga la delegación para ocupar banquetas con puestos de todo, tiene más que ver con la simplificación administrativa que con la renovación moral, como decían antaño cuando empezó todo este rollo neoliberal.

Tuve la oportunidad también de caminar unas 4 cuadras y en todas las bocacalles encontré una rampa para silla de ruedas, bien me dije, sin embargo, algunas de esas rampas son demasiado inclinadas, tienen peligrosas “caídas” laterales y en algunos tramos de las banquetas no cabe una silla de ruedas, considerando los postes de alumbrado, de cableados diversos y otros más pequeños que ponen para que los autos no se estacionen en la banqueta, lo que implica que cualquiera en silla de ruedas tendría que esperar un milagro para poder salvar tantos obstáculos, o bien arriesgarse a ir por el arroyo vehicular, donde podrían ser multados por exceso de velocidad o por detener demasiado el tráfico, depende, además de hacerles ver la imprudencia de tratar de trasladarse por sí solos, en lugar de que algún familiar los empuje.

Ya curioso regresé al elevador y me di cuenta que el propio basamento de la escalera del paso de peatones obstaculiza el paso de cualquier silla de ruedas, o sea que no encontré como se llega a tan ”útil” artefacto como lo podrían ser esos elevadores.

En fin, volviendo a la camioneta, intuyo que si la hubiera dejado en el otro taller, además de seguir sin ella, mis reclamaciones se hubieran perdido en el espacio vacío del valemadrismo nacional.

Mínimo quejarse ante una transnacional, como es el caso, tiene más sentido que afectar la imagen de los compatriotas que honestamente operan en la mecánica automotriz.

Entonces en lugar de contemplar un efecto mariposa, encontramos algo a lo que bautizaremos como efecto ciempiés, ya que estos animalitos si bien no vuelan, si van muy despacio, dan muchísimos, muchísimos pasos para llegar a donde sea y si se tropiezan con algo, se la pasan tropezando un buen rato hasta que el último par de patas libra el obstáculo.

Pero eso sí, de que llegan a la meta llegan y ya me entregarán mi camioneta algún día de estos. ¡Faltaba más!

Esta compañía donde compré la camioneta tenía fama de calidad y eficiencia, cuando era japonesa, pero con esto de las fusiones y concentraciones de marcas y tecnología en unos pocos grandes monstruos trasnacionales, después de tantas fusiones los procedimientos burocráticos sentaron sus reales e imperan en casi todas.

Como ya estamos bien entrados en la primavera, deberíamos abordar mejor el efecto de las mariposas en la burocracia. Es bien sabido que en estas épocas las hormonas se alborotan y suelen sentirse mariposas en el estómago ante cualquier leve provocación del sexo opuesto ( o del mismo en los casos en que aplique) y en esto, los burócratas no son excepción, al contrario, se aprovechan de todas las oportunidades que deja el trabajo que se desempeña, para echar novi@.

Este efecto de las mariposas se ve reflejado en la productividad global de los empleados. Díganme qué gerente o que funcionario puede pensar en el trabajo cuando su asistente o cualquier otra dama joven y bella de su "staff", se presenta con una de esas “blusitas” escotadas que se usan ahora; díganme quién puede prestar atención a cualquier problema con este calor, sin aire acondicionado y con un montón de feromonas flotando en el ambiente.

Igual este efecto de las mariposas podría explicar mejor el caos, refiriéndonos específicamente a las burocracias y al concepto, equivocado por cierto, que le da significado de desorden.

Y nótese que no hablo de la teoría del caos, pues finalmente el sistema burocrático es un sistema estable, con muy pocos factores que permitieran llegar a resultados muy diferentes dependiendo de las condiciones iniciales del subsistema en el que estemos operando.

Aunque a la mejor podrían hacerle como la gaviota Carol, la de la Sirenita, de una simple pipa se saca un “boquiche humerfluo curvilíneo”, como un aparato que proviene de la “prehisteria” y que es capaz de producir música.

Además, dicho sea de paso, según este personaje, la pipa podría convertirse también en una pequeña gargolera, dándole un uso práctico…

Así que dejemos el efecto ciempiés alterado por el efecto de las mariposas en el estómago y busquemos plantear como estrategia alternativa la de prestar nuestros servicios con eficacia y eficiencia, sin importar las distorsiones de la alta burocracia.

No olvidemos una de las normas básicas cuando tenemos un jefe que ni asiste, como el gerente de servicio de esa agencia, o uno que ordena y ordena tonterías: siempre nos queda ejecutar el “obedézcase pero no se cumpla”.

Desde luego, cambiar implica riesgos, pero créanme que son mucho menores que los de no cambiar. Hagamos las cosas bien, que nos cuesta caray. Imaginen toda la buena imagen de una compañía, del gobierno mismo, que se pierde por la negligencia acumulada con efectos sinérgicos de su personal.

Y hasta aquí…

3 comentarios:

Ana Cabezas Montaño dijo...

"Además, dicho sea de paso, según este personaje, la pipa podría convertirse también en una pequeña gargolera, dándole un uso práctico…"

¿Qué es una gargolera exactamente?

SERGIO BOURGES R. dijo...

QUE YO SEPA EL TÉRMINO NO EXISTE EN ESPAÑOL, COMO TAMPOCO BOQUICHE, PERO LA GAVIOTA ASI LO DICE EN LA PELICULA D ELA SIRENITA. PROBABLEMENTE LOS TRADUCTORES INVENTARON LOS TÉRMINOS. GÁRGOLA SI EXISTE Y SON ESAS FIGURAS MEDIO ESTRAFALARIAS QUE SE USABAN PARA REMATE EN ALGUNOS EDIFICIOS, COMO LAS QUE SALÍAN EN LOS CAZAFANTASMAS. PERO BUENO, TAMBIÉN SE QUE EXISTE UN TIPO DE RED O DE APAREJO PARA PESCAR QUE SE LLAMA ASÍ. PUDIERA TRATARSE ENTONCES DADO QUE UNA GAVIOTA ES LA QUE HBLA, QUE SEA ALGOMRELACIONADO CON EL MAR O CON LA PESCA. GRACIAS POR LA PREGUNTA.

Ana Cabezas Montaño dijo...

Gracias por la aclaración
;)