jueves, 24 de enero de 2008

LAS FRASES DE LA SEMANA

“Si hay junta con el jefe deja que los demás hablen, ya después los harás trizas”.
“Jamás arriesgues tu verdadera opinión, te vuelves peligroso”.


LA ERA DE LA BUROCRACIA.

Ambos preceptos de las normas no escritas, resultan sumamente útiles en la era burocrática que actualmente vivimos.

Lawrence M. Miller, en su libro “De bárbaros a burócratas”, editado en México por Editorial Grijalbo, 1990, comenta que la característica principal de la era burocrática en las organizaciones es “la pérdida de sentido social, que, a su vez, produce la desunión”.

“Las distintas capas de la estructura (nos dice) dejan de entenderse entre sí y se dedican cada vez más a perseguir intereses particulares. Los líderes se divorcian a sí mismos de sus seguidores. La fuerza laboral desarrolla una burocracia propia para luchar contra la insensibilidad del liderazgo. El tejido empieza a desintegrarse”.

Por otra parte, toda organización que se burocratiza se encuentra en un proceso de decadencia, se enferma con los conflictos internos; se polarizan las diferentes fuerzas que antes interactuaban en armonía y los burócratas que llegan al poder, intentan controlarlo todo.

Suelen tejer una malla impenetrable a su alrededor justificándose con ahorros espectaculares, fijando misiones con una visión de largo plazo aparentemente clara y suponen saber hacia dónde conducen a la organización, pero en esa búsqueda burocrática empiezan a eliminar el talento creativo, ya no cabe, pues no lo quieren ni lo necesitan.

Todo mundo “se alínea” por conveniencia o por temor, desarticulando en la organización la capacidad de generar un crecimiento sano. Nadie quiere comprometer una opinión que contradiga las tesis de la jerarquía y el deterioro se comienza a evidenciar.

Los líderes pierden el sentido social, dejan de escuchar y cuando de repente lo hacen, expresan de inmediato la respuesta intransigente que su visión impulsa.

Conste que cualquier parecido con nuestra realidad nacional sólo es simple coincidencia.

La defensa de la burocracia suele ser la del “agache”, la de decir a los jefes lo que quieren escuchar, la de festinar las “ideas brillantes” que se les ocurren aunque no sirvan para nada.

En fin, comenzar y mantener la competencia por permanecer en la organización contra viento y marea.

En las reuniones se suele cumplir la regla que dice: “Si hay junta con el jefe deja que los demás hablen, ya después los harás trizas”, criticándolos con el propio jefe, por supuesto.

Hace muchos años y esto me consta, un Director General donde yo trabajaba, que, entre paréntesis, era muy bien intencionado, trató de lograr la participación coordinada de su personal a través de juntas de trabajo generales a las que invitaba sin agenda ni temática.

Sus invitaciones eran del tipo de “El Lic. XXXX te espera en su sala de juntas el próximo tal de tal a las equis horas, para tomar café y galletas”. El quería aprovechar esto para discutir el desarrollo de su función.

Me quedó claro que el personal engordó y se hizo adicto al café, pero de hecho prácticamente nada le aportaron y la razón era muy simple, utilizaban el segundo precepto que estamos comentando: “Jamás arriesgues tu verdadera opinión, te vuelves peligroso”.

El carácter del burócrata suele estar asociado con la pasividad, con el empleado flojo, abúlico; sin embargo, también podemos reconocer burócratas activos y yo diría que hasta hiperactivos y estos resultan más peligrosos que los pasivos, porque penetran por cualquier medio y golpeando a cuantos pueden, para adquirir autoridad y poder.

Cuando existen jefes burócratas, los empleados pierden interés, comparten la híper o hipo actividad del jefe y gastan su tiempo en sabotajes y guerras internas, en conflictos interpersonales, en chismes y corrillos que reflejan más que nada su angustia por un futuro muy incierto.

Ante este tipo de burócratas es mejor no arriesgar opiniones. Vamos, un jefe así ni las va a escuchar; y si las escucha no las va a entender, pero eso sí, las va a utilizar en tu contra, como diría la conseja popular.

Radio pasillo se convierte en el medio de comunicación institucional. El chisme se encarga de colocarle etiquetas a todos los actores y se genera con ellas la trama de la decadencia.

El burócrata pasivo actúa más o menos en la sombra, suele tener algún puesto staff , estorba nada más, pero al activo lo ves generando propuestas, vendiendo soluciones de eficiencia, atacando los altos costos, generando reuniones ; dan la impresión de ser creativos, exitosos, que saben lo que quieren.

Sin embargo, al primer análisis comenzamos a darnos cuenta que no es así, que sostienen una posición de control a ultranza, porque son producto del mismo sistema y saben que ascendieron en la jerarquía burocrática siendo eso, burócratas, con los mismos valores y sistemas de recompensa, por lo que tenderán definitivamente a perpetuarlo.

El mero mero mero, al estar rodeado así, de incondicionales, recibirá sólo informaciones que refuerzan sus puntos de vista y jamás los controvierten, con lo cual, en el tiempo, sus decisiones empezarán a mostrar ineficacia.

Diariamente, cuando salgo de casa me topo con las huellas inconfundibles de la burocracia; avanzas unos pasos y te brinca por todas partes; ya no me da coraje, ya ni me peleo.

Sé que para salir de esta era burocrática, se requieren cambios, nuevas sinergias, nuevos sistemas para conducir a las organizaciones, nuevas actitudes que superen no solo este efecto, sino el que se está formando en las élites burocráticas que es una era peor; Miller la llama “ la era aristocrática”, que sí ya es preludio inmediato de la descomposición de la organización por su ineficiencia y falta de viabilidad.

No necesito creo, sugerir que echen un vistazo a su alrededor, pues estoy cierto que al leer estas líneas han estado evocando a todos estos actores que conocemos, tanto en el gobierno, como en las empresas; tan sólo con leer los diarios identificamos los efectos de esta era burocrática.

Lo que sí creo que debo sugerir, es que empecemos a crear estas nuevas sinergias, que dejemos ya de estar instalados en el ayer, persiguiendo sombras de corruptos, viendo lo mal que nos fue, exigiendo que se haga algo para “castigar” a equis, o “Ye” político, cosa que nunca pasa, con lo que los legitimamos y fomentamos la aparición de nuevas criaturas de esa clase.

Mientras, dejamos que las acciones de hoy se lleven a cabo como se les pega la gana, total, ya reclamaremos en el futuro, manteniendo la misma tónica, repitiendo que ahora si combatiremos con eficacia, con honestidad, etc. los flagelos que estén de moda en su momento.

En otra oportunidad comentaremos cómo funcionan los sistemas de control en la burocracia y porqué resultan tan poco efectivos la mayoría.

Por lo pronto sentemos el principio de que un sistema de control efectivo es aquel que detecta, responde y corrige las desviaciones a los procesos en el menor tiempo y al menor costo posible, considerando las características esenciales del proceso, el impacto de las desviaciones y la capacidad real de respuesta que tenemos con los instrumentos de control que utilicemos.

Revisar el pasado, lejos de ser una lección que corrija, enseña las debilidades de control que nos mantienen como estamos hoy.

¿No creen?

Empecemos a cambiar, de ya.

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