viernes, 4 de enero de 2008

ACOSO LABORAL

El pasado 21 de diciembre de 2007, publiqué un relato con el título de “El Charco”, sobre el que recibí un comentario anónimo que desde luego agradezco, pues estoy firmemente convencido de que es en este tipo de interacciones donde uno puede desarrollar nuevos conceptos, ubicarse con la crítica que se recibe y, en fin, seguir aprendiendo cosas nuevas.

De este comentario me llamó la atención un párrafo que textualmente dice:
“ "El rey a (sic) muerto, viva el rey", es la frase que se escucha a cada nuevo experimento de administración, en donde los servidores públicos que no son amigos, compadres, conocidos o ya de perdida recomendados al nuevo administrador, más preocupados están en adivinar sus gustos, deseos y motivos de disgusto, que atender las responsabilidades para las cuales se les paga,…, así que lo importante es decirle "yes, sir" a lo que el jefe en turno diga o haga, pues la negativa se castiga con un clima invernal en la relación laboral que puede ir hasta la propia pérdida del empleo..”.

Al leer el concepto “se castiga con un clima invernal en la relación laboral” recordé inmediatamente las veces que me he enfrentado y combatido el acoso laboral que, para mí, no es otra cosa que la forma primitiva de actuar de un superior jerárquico que no tiene medios ni liderazgo suficiente para lograr el respeto de sus subalternos y recurre a esta práctica deleznable de “hacerle el vacio” de no pelar, de castigar relegando, de burlarse a espaldas del subalterno que suele mostrarle frecuentemente lo equivocado que está al tomar decisiones.

En los países desarrollados se castiga el acoso laboral o cuando menos se le considera como un riesgo de trabajo sujeto a indemnizaciones; en las empresas y en la burocracia mexicana es práctica común y corriente y casi siempre queda impune.

Es aún más común y dañino que el acoso sexual, pues suele aplicarse sin distinción de género y es difícil de precisar el daño psicológico que ocasiona.

Pero al igual que en el acoso sexual, se tiene un impacto traumático indudable en el o la acosada, aunque tampoco se castigue mayormente, aquí no por concepciones machistas o feministas extremas (que ven a la mujer o al hombre en su caso, como objeto y suelen considerar errónea y mal intencionadamente que esas situaciones son provocadas por los propios acosados), sino más bien por las posiciones jerárquicas intocables o por la delegación inapropiada de la relación laboral en "acosadores profesionales" o por la concesión de privilegios a algunas personas que inciden en los grupos dentro de la organización.

En las definiciones que encontré en Internet considero aplicable esta de Wikipedia pues reúne prácticamente los elementos esenciales del acoso laboral:

“ … el acoso psicológico tiene como objetivo intimidar, reducir, aplanar, apocar, amedrentar y consumir emocional e intelectualmente a la víctima, con vistas a eliminarla de la organización o satisfacer la necesidad insaciable de agredir, controlar y destruir que suele presentar el hostigador, que aprovecha la situación que le brinda la situación organizativa particular para canalizar una serie de impulsos y tendencias psicopáticas (Piñuel, 2001)” (Tomado de Wikipedia).

En el acoso laboral está presente una administración incompetente y normalmente cuando se ejerce este acoso jerárquicamente los afectados son individuos excepcionales con demostrada inteligencia, competencia, creatividad, integridad, talento y dedicación.

Los comportamientos que además se vuelven disfuncionales, evaden responsabilidad y generan un ambiente hostil suelen ser de alguno, varios o todos estos tipos:

• No comunicar información necesaria para desarrollar un trabajo.

• Atacar verbalmente al acosado con insultos, amenazas, criticas sin fundamento, ridiculizarlo o burlarse de él o ella.

• Presionar para inducir el error, bloquear iniciativas, impedir la utilización de medios de trabajo necesarios.

• Dejarle asuntos por debajo o por encima de su capacidad real o de sus funciones, con el fin de desacreditar a la persona.

Suelen fijársele trabajos rutinarios sin importancia, monótonos, altamente burocráticos o bien metas o proyectos inalcanzables, innecesarios. Cuando con algún esfuerzo adicional el empleado logra cumplir, ve que su trabajo es rechazado sin argumentos, o que se archiva sin siquiera leerlo o en el mejor de los casos diciéndole que no era lo que se esperaba de él o ella.

• Aislarlo socialmente, evitar que otros se comuniquen con él o ella a base de mostrarles disgusto por hacerlo.

• Levantar falsos rumores, calumniar, “grillar” a la persona como lenta, negativa, torpe, nefasta o cualquier adjetivo similar como epíteto.

• Hacer que cubra horarios extra sin trabajo alguno, tan solo esperando por si se le necesita hasta que el jefe se vaya, lo cual suele pasar evidenciando que el acosado o acosada no existen siquiera.

• Gritar, empujar, amenazar físicamente, invadir su vida privada, exigirle presencia aún con problemas familiares, físicos o de salud.

• Denostar públicamente o humillar sutilmente pidiéndole intervenciones públicas de temas o asuntos que el acosado no conoce o no maneja con eficiencia.

• Hacerle ver que se le tiene ahí por lástima o sólo como un favor o una consideración especial y que fuera de ahí estaría “acabado”

En las burocracias los agresores están frecuentemente instalados en un determinado “statu quo” que los protege o los hace “intocables”.

Así, el atropello de los derechos de quien es víctima del acoso muchas veces se premia y se valora como “ingenio” o “habilidad administrativa” y esto consolida una actitud perversa para el futuro de la organización, pues quienes acosan a otros hacen de ello una herramienta de administración o de promoción personal que finalmente hace ineficiente e ineficaz a la organización entera generando más y más burocracia.

Desterrar este tipo de administración es una materia urgente en México; legislar sobre el acoso de cualquier tipo en los ámbitos laborales también; pues los efectos que provocan estas actitudes y acciones de los acosadores pueden llegar a ser altamente negativos para el desarrollo sano de las organizaciones, ya que los acosados presentarán un síndrome complejo que finalmente nos afecta a todos.

Los efectos no son difíciles de imaginar:

• Trastornos de índole social, que son los efectos que ocurren en las relaciones interpersonales y en la interacción con grupos no sólo en el entorno laboral sino también en la familia y con los amigos, pues la persona se va aislando cada vez más.

• Trastornos psicológicos que pueden ir desde la desmotivación permanente a la depresión e incluso a la regresión. Los cambios en la personalidad tienen muchas veces efectos permanentes y suelen provocar cuadros muy severos de crisis que desembocan en enfermedad grave o incluso en la muerte.

• Trastornos físicos fundamentalmente nerviosos, cansancio, dolores difusos, fatiga, pérdida de memoria, reacciones psicosomáticas al estrés, enfermedades virales continuas.

• Trastornos económicos, pues la pérdida de autoestima provocada por el acoso laboral permea en las actuaciones del individuo que ve mermada su capacidad para generar mejores ingresos. Generalmente las víctimas de acoso laboral tienen que renunciar a sus empleos y sienten que son perseguidos y que el patrón que los está echando podrá divulgar conceptos malintencionados para evitar que consiga un nuevo empleo.

• En el sector público la alta burocracia intenta u ordena la apertura de expedientes de responsabilidades, sanciones de otro tipo o el traslado forzoso de la víctima.

• Se crean chivos expiatorios que permiten encubrir la verdadera corrupción.

• Se interpretan las reglas para que todo o nada quepa: según sea el caso pueden tener desde un centímetro hasta varios metros.

Cuando en la burocracia un jefe comienza a negar acuerdos, a regañar públicamente y las más de las veces sin razón; cuando nada le parece y todo le molesta, cuando usa en fin cualquiera de las actitudes señaladas o alguna otra similar, está ejerciendo un acoso psicológico sobre alguno o algunos de sus subalternos y es extremadamente dañino para la organización en su conjunto.

El hecho debiera denunciarse y la administración castigar al acosador y no al acosado, pues de otra forma se seguirá perdiendo talento valioso en nuestras organizaciones y se dejará finalmente que la mediocridad de todas estas huestes de funcionarios improvisados prevalezca, aún cuando el sentido común señale claramente que ése no es el camino para desarrollar e instrumentar los niveles de servicio que se requieren hoy día de las instituciones públicas.

Hace unas cuantas semanas tuve un problema de salud bastante serio del cual afortunadamente salí más o menos bien librado. Este evento me hizo reflexionar en la cantidad de estrés que mi cuerpo ha soportado después de 44 años de trabajo; parte de este estrés digamos que se justifica por los retos afrontados, e incluso pudo resultar positivo, pero reconozco que otra parte no, porque finalmente fue derivado del enfrentamiento con alguno que otro jefe o jefa típicamente acosadores, manipuladores a excelsitud que no lograron impedir mi desarrollo pero que si, si lo intentaron.

Yo quisiera poder trasmitir con una contundencia efectiva sobre todo a las nuevas generaciones que pueden y deben evitar ambas posiciones: la de ser acosador y la de dejarse acosar.

Prestar atención como servidores públicos a la integración positiva de las personas en los grupos y en las organizaciones asegura mejor efectividad y un ambiente sano, proactivo, de reto y desarrollo para todos.

Cuando un jefe te dice que nunca estás cuando te necesita, podrías contestarle que más bien nunca te necesita cuando estás y si aparentemente tampoco te encuentra, es que no te busca.

1 comentario:

Anónimo dijo...

yo estoy en un medio laboral en el cual es muy comun que la gente cree sus propios horarios, lo cual al final termina siendo que la gran mayoria llega a la oficina a las 11 o 12 de la mañana, y al no tener un horario fijo se extiende hasta que "uno termine" lo cual ha hecho que la mayoria de los/las jefes se acostumbre a tener a su gente hasta altas horas de la noche no importando cuants horas lleven ahi; a mi me gusta llegar relativamente temprano, principalmente porque me gusta salir temprano y disfrutar de otras actividades, y siempre que me iba recibia este comentario de muchas personas: "a poco ya nada mas trabajas medio dia" hasta que un dia me enoje y conteste: "si, 12 horas y ya a casa", y me dejaron de fregar.