martes, 11 de diciembre de 2007

NOCHE DE FUTBOL

Jacinto Peláez se fue a comer con sus cuates del kínder a los que no veía desde hacía algún tiempo y pensaba que saliendo de ahí, ya no regresaría a la oficina, pues estaba la final del futbol y no se la quería perder.

Le preocupó un poco escuchar en la radio que la policía montaría un dispositivo de seguridad en el estadio y que para agilizar el tráfico había dispuesto un operativo especial. Pensó para sí: “chin, ya nos fregamos, ahora va ser un desgarriate llegar al estadio y ahí no nos la vamos a acabar con las 2 o 3 revisiones que te hacen para entrar y con las vaciladas que inventan contra los revendedores a los que finalmente ni les hacen nada”.

En fin, se dedicó en la comida a cotorrear con todos sus amigos y amigas de entonces; por cierto observó que sus amigas se conservaban de maravilla y no así sus cuates; dos que tres ya están rucos y medio pasadones de moda.

Estaba por el rumbo de avenida Revolución, ya casi en San Ángel, previendo quedar cerca del estadio para poder llegar.

Como este lugar cerraba temprano no podía dejarles su coche así que decidió llevárselo y si no podía llegar al estadio se iría a casa a ver el partido por la Tele. Finalmente su boleto no estaba pagado y si no llegaba, lo venderían rápidamente.

Ay Jacinto, que iluso, ni porque eres burócrata.

Pues en efecto, cantidades industriales de automovilistas decidieron salvar el obstáculo del partido casi tres horas antes y el mentado operativo demostró la habilidad innata de los policías para lograr nudos viales perfectos.

Ya a las 6 de la tarde estaba casi bloqueado todo en todas direcciones.

Pidió su auto al valet parking a las 6:10. Recibió el auto a las 7:15. Si, aunque no lo creas fue lo que tardaron en traer su auto del estacionamiento a tres y media cuadras hasta la avenida Revolución.

Como no se podía ir hacia el sur decidió rodear por el periférico. Oh, craso error, aunque prefirió esto porque una amiga le llamó para decirle que no fuera a desviarse hacia Calzada de Tlalpan, pues todo estaba bloqueado. De hecho ella le quería preguntar cómo se regresaba de la carretera libre a Cuernavaca pues hasta allá llegó siguiendo las indicaciones de los policías y la única vía que le dejaron.

De repente encontró fluido el tráfico, pero ya era la carretera. En su primer intento de regresar encontró patrullas atravesadas en Insurgentes en dirección de su casa y finalmente se dio cuenta que estaba otra vez en la carretera.

Volviendo con Jacinto tomó hacia el norte para buscar una entrada al periférico. Ocho kilómetros adelante pudo finalmente desviarse hacia esta vía rápida ¿?.

A duras penas llegó a las 9:30 de la noche a su casa,tres horas veinte minutos; estresado, molesto, enca-mole-empu-contrariado se puso a ver el futbol, del cual se aburrió al poco rato quedándose dormido.

Tanto esfuerzo para nada. Uno entiende que en el estadio y en las cercanías exista algo de problema, pero en tantos kilómetros a la redonda sólo podía deberse al operativo para agilizar el tráfico.

De ese operativo pudo observar claramente a un montón de policías hechos bola, pitando y agitando los brazos, mientras las patrullas por el altavoz increpaban “Avance, avance”, no se detenga.

Pudo contar los movimientos de brazos y por cada 57, uno podía avanzar 3 metros, si es que no se había atravesado algún camión, trailer, microbús o pesero; esto mientras iba por Revolución, ya en el periférico siquiera fue más agradable, aunque es vía rápida ¿?, un montón de vendedores le ofrecíeron refrescos, cacahuates, dulces y hasta cigarros, sin faltar las gorditas de nata.

Podías fumarte un cigarro, acabarte un paquete de cacahuates, un refresco y las gorditas avanzando escasos 50 metros. Así como no va uno a engordar.

Ya dentro de su sueño empezó a tener pesadillas e imagino que tenía que atender en las ventanillas a una cola de personas que daba la vuelta a la calle y veía en su sueño como les decía avancen, avancen, no se detengan y luego se ponía a pelear con los vendedores que aprovechando esto vendían de todo y en la dependencia estaba prohibido. Y ni que decir de los coyotes, que ofrecían sus servicios sin tapujos.

Se vio a sí mismo revisando solicitudes y regresándolas a los interesados, que aquí falta tal dato, que en el otro el papel rosa está ilegible, que su solicitud está maltratada y tienen que elaborarla nuevamente, que le falta el sello de no se quien, etc. etc.

Lejos de incomodarle este sueño, le reconfortó, pues le regresaba a su mundo, a la autoridad que ni siquiera pudo asomar con los policías y finalmente llegó a la conclusión de que el operativo de la policiía había estado bien y que todo se debió a la arbitrariedad de los automovilistas que no obedecen, se meten en sentido contrario, se atraviesan y demás y además, le había gustado la energía de la policia para mover los brazos y las voces varoniles que gritaban: avance, avance.

Decidió entonces implementar el nuevo procedimiento que propuso el grupo de dirección para la atención en ventanillas y… ya veremos que pasó un poco más adelante…

Continuará…

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que pasa es que Jacinto no entiende que el opertativo "Avance, Avance" no es para agilizar el tráfico sino para incentivar la economía local. Los de las gorditas de nata ya son una trasnacional con franquicias en todo el continente. Ellos si que han "avanzado, avanzado".

Anónimo dijo...

yo sigo esperando a que los policias decidan "dirigir" el tráfico en el segundo piso, haciendo acrobacias, asi muy onda cirque du soleil, y en mallas, asi tal vez hasta iria con gusto a meterme al tráfico.

ahhh y propongo que el siguiente clásico lo jueguen en el zocalo, digo de pista de hielo a cancha de futbol no hay mucho trecho, al menos esta mas centrico