viernes, 21 de diciembre de 2007

EL CHARCO

Muchas medidas que se toman dentro de una burocracia para hacer más eficiente y eficaz el trabajo, suelen ser acciones que no van al fondo del problema. Pareciera que existe una especie de fobia a resolver las cosas y resulta más sencillo, muchas veces, complicarlas.

Siempre me ha gustado utilizar el símil del charco de agua. En una burocracia no se investiga el origen del charco. Se ve, preocupa, genera un estado de emergencia y se pone todo mundo a secar el charco. Las más de las veces sin embargo, la llave de agua permanece abierta y el charco vuelve a formarse. Cuando estamos hablando de recursos públicos, esto se vuelve grave.

Una de las formas más aberrante de secar charcos es la que consiste en poner a disposición de personal a los servidores públicos de los que se quieren deshacer los jerarcas de la organización para poder contratar a sus conocidos, amigos o compadres.

Por las características de las relaciones laborales en estas instituciones, la organización está muchas veces obligada a buscar acomodo para el empleado puesto a disposición de personal o si no, se requiere que se le “liquide”, para lo que generalmente no cuentan con presupuesto; por ello se utilizan los llamados “arabescos laterales” o la simple "degradación" para ubicar al personal puesto a disposición donde no estorbe. Sólo logrando que renuncien sin indemnización, estas organizaciones proceden a realizar los cambios que requieren.

Si tomamos en cuenta la “ley de Parkinson”, las estructuras burocráticas tienden a hacerse demasiado pesadas, a crecer sin sentido, para los fines del servicio público que atienden.

Hará unos 25 años, estaba asumiendo una posición directiva en el ámbito del desarrollo organizacional en una de las instituciones más conflictivas del País. En ella la burocracia se quejaba de la burocracia y no con falta de razón.

Al revisar la plantilla de personal de mi Dirección, encontré que contaba con 24 asesores asignados, independientemente de dos gerencias y una jefatura de desarrollo organizacional con alrededor de unas 120 personas. Tratando de averiguar a qué se debía este absurdo me encontré con varias situaciones que dibujan muy bien las motivaciones de la burocracia para actuar como lo hacen.

Durante las entrevistas me di cuenta que tenía ahí gente muy capaz, terriblemente desmotivada y personas que a la mejor fueron muy útiles en algún momento, pero que fueron desplazadas y puestas a disposición de personal.

La historia de casi todos era similar, eran victimas sobrevivientes del cambio de funcionarios. Indagando un poco más y tratando de integrar a estas personas a la visión de la “nueva” administración, encontré que buena parte de su resistencia se debía a la falta de reconocimiento y a la escasa posibilidad real de desarrollarse dentro de la organización.

Me decían que el promedio de permanencia del Director General en los últimos 6 años, había sido de un año cuatro meses y que no creían que esta fuera la excepción. “Ustedes llegan, hacen su desgarriate y se van, pero nosotros nos quedamos y tenemos que aguantar los virajes absurdos y el daño que le hacen a la Institución, a cada rato redescubren el agua tibia o inventan el hilo negro”.

Difícil integrar así, aunque debo decir que se logró en un gran porcentaje acomodando a la mayoría en funciones que si se ajustaban a sus perfiles y fijando un esquema de reconocimientos que sinceramente costó mucho establecer y que fue eliminado en el siguiente cambio de Director General, justo al año y ocho meses de que inició.

Esto me vino a la mente, porque con el servicio profesional de carrera se intentó hace algunos años, modificar las asignaciones arbitrarias y privilegiar la capacidad y el mérito para ocupar cargos públicos, sin embargo esta situación no duró porque la burocracia encontró la forma de ir anulando tales medidas.

Se creó un procedimiento tortuoso y lento que a la larga desvirtuó la intención.

Hoy, para los puestos directivos , hemos vuelto a viejas prácticas burocráticas de nombramiento, en aras de la “confianza”, la “lealtad”, la filiación grupal, etc.

Las burocracias y la nuestra no es excepción, deben mucho de su ineficiencia e ineficacia a la improvisación y al costo tan alto de aprendizaje que periódicamente se tiene que pagar, con cada cambio de mandos, pues...

Prevalece la idea de que el cambio se impulsa desde arriba y la verdad llegan personajes terriblemente nocivos para la salud de las organizaciones, porque practican un estilo de liderazgo equivocado, denostando lo anterior y festinando los "nuevos enfoques".

Y esto, desgraciadamente, ha sido una práctica de años y años, donde lo que se construye, se destruye al poco tiempo y lo nuevo, lo-que-verdaderamente-importa en una administración, se convierte en lastre a la siguiente.Salvo honrosas excepciones, claro.

Finalmente se secan charcos que se volverán a formar con el siguiente cambio.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El relato que acabo de leer me pareció tan real que hasta pensé por un momento que su autor me había estado observando durante los últimos diez años, pues me he visto retratado en varios de los sucesos que ahi se describen.
"El rey a muerto, viva el rey", es la frase que se escucha a cada nuevo experimento de administración, en donde los servidores públicos que no son amigos, compadres, conocidos o ya de perdida recomendados al nuevo administrador, mas preocupados estan en adivinar sus gustos, deseos y motivos de disgusto, que atender las responsabilidades para las cuales se les paga, que importa negar lo que el día de ayer se juro como cierto, ya decía por ahí algún personaje de la Historia que "bien vale París una misa", así que lo importante es decirle "yes, sir" a lo que el jefe en turno diga o haga, pues la negativa se castiga con un clima invernal en la relación laboral que puede ir hasta la propia pérdida del empleo.
Es lamentable comprobar que la analogía de "secar charcos de agua" se cumple inexorablemente en nuestro país, pues uno de los factores que lo han llevado a pobreza es que los "seres pensantes y directivos", "científicos" dirian en la época de Porfirio Díaz, han sido tan variados y de tan diversas formas de ver las cosas, que cada uno ha presentado a cobro su factura por los "servicios prestados", sin importale en lo mas mínimo si sus "servicios prestados", realmente le representan un beneficio al Patrón- Estado que se vio forzado a contratar sus servicios.

Fernando dijo...

Otra vez, querido Sergio, sé perfectamente a que organización te refieres y creo que no ha cambiado mucho en los 25 años, salvo de nombre.
Hoy ya se asignan recursos directamente a productores para sus proyectos que ellos mismos contratan de los distintos despachos de los exfuncionarios de esa y otras instituciones similares. Es decir, se cambió el procedimiento pero los dineros siguen un camino similar y los ahorros no existen. La burocracia quejosa por falta de reconocimientos y de continuidad en programas, sigue si no en la institución, que sí, en los despachos y aún en las cúpulas de las organizaciones beneficiarias y distribuidoras de los recursos. Líderes que antes eran contestatarios, son ahora la burocracia a la que productores y técnicos acuden para hacer proyectos necesarios que se logran con prácticas no muy distintas a las de hace 25 o más años.
Saludo este espacio que se antoja divertido y enriquecedor.
Saludos
Fernando