lunes, 3 de diciembre de 2007

¿DONDE Y CUANDO TUVISTE EL PRIMER CONTACTO?

Seguramente que cuando nací, ya existía la burocracia, pero como no me percaté mayormente de ella, para mi exigua realidad no existía.

De hecho en ese entonces, fui salvado de experimentar mi primer contacto con una burocracia, porque nací en la que después supe, era la casa de mis padres. Ese procedimiento, nacer así nomás en casa y de la manera más natural era, entiendo, una buena opción, lo normal pues, aunque probablemente tenía más que ver con la posibilidad de tus padres de pagar un hospital.

Así nací, aspirando el aroma de las magnolias y llenándome de inmediato con el inmenso amor de mis padres y de mi familia.

Al eludir el primer tratamiento burocrático del que pude ser objeto, nacer en un hospital, mis primeros años transcurrieron sin experimentar el fenómeno, aprendiendo un mucho a hacer lo que se me daba la gana, bueno casi, porque hacía también lo que se les daba la gana a los demás, mis abuelos, mis padres, mis hermanos y mis tíos.

Aclaro que existía en casa cero burocracia, mi abuela era la que mandaba y punto.

Formalmente, la primera organización burocrática que enfrenté fue la escuela, el primer recuerdo de esa experiencia burocrática, ocurrió cuando me enteré que uno no va al baño cuando tiene ganas, sino cuando se le antoja a la maestra que uno tiene ganas. Mis pantalones, mi orgullo y la pena, resintieron esta regla que espero ya no exista en las escuelas.

Debemos considerar que uno necesariamente al llegar a este primer encuentro social, lo hace con una buena apertura y una actitud positiva, porque llegas siendo el rey de tu casa.

Sin embargo no te esperas encontrar a otros 20 o 25 reyes o reinas de sus respectivas casas, y si bien ese conflicto pudiera ser superado rápidamente en razón de las propias leyes naturales, la empatía y la identificación con los seres de nuestra propia especie, las reglas de la escuela y la intervención exagerada de tu maestra o maestro, te atan en tus reacciones normales, te provocan frustración, desencanto y muchas veces el mayor desgano, situaciones que con el tiempo, de alguna forma asociamos con el concepto y con el comportamiento que implica estar rodeado de burocracia.

Ahí, en el kínder, aprendemos a realizar muchos trámites. Existe uno para hablar, otro para ir al baño, uno o varios más para jugar, para salir, para almorzar, para escuchar. Cabe aclarar que algunos son razonables y expeditos, pero otros no tanto. Como en todo, pudimos tener la fortuna o no, de que nos asignaran un buen jefe, pero ahí encontramos ya que independientemente de este líder formal, la organización de la escuela impone formas específicas en las que se ejerce la autoridad.

Lo mismo pasa en cualquier burocracia, donde prevalecen las normas “per se” y condicionan notablemente los estilos de liderazgo que pueden alcanzar el éxito.

De hecho, la capacidad de penetración en la organización de cualquier líder o autoridad formal, jamás está en función de su capacidad ejecutiva respecto a la materia o responsabilidad que atiende, sino de su habilidad política hacia la jerarquía superior, a quienes fija casi como ídolos y hacia quienes responde acomodando la realidad a la expectativa política o a los intereses de los grupos de poder.

Así la filosofía preponderante es la que llamo Administración por Subjetivos, ya que difícilmente pueden establecerse objetivos organizacionales con misiones claras y visiones estructurales de largo plazo.

La burocracia responde a esta filosofía mediante otra consistente en lo que llamo “Importamadrismo” Responsable, en donde vemos que los empleados siempre están en su escritorio, atados, igual y hasta llegan puntuales y se ve que trabajan, pero la realidad es que les vale una pura y dos con sal lo que hacen.

¿Esto motiva el trabajo creativo, eficiente y eficaz ? La respuesta es evidente, sin embargo, cabe analizar donde se inicia el conflicto. En mi criterio las reglas reactivas internas de las burocracias son una defensa hacia los caprichos de la jerarquía y un medio más o menos útil para defenderse de la arbitrariedad que surge del ejercicio de una autoridad que se justifica en razón de la prepotencia que le otorga el pseudo-poder que emana del político en turno, de si las puede, de si es de la confianza del mero-mero, etc.

Existe una regla no escrita sobre las reglas que podría expresarse como : “Si una norma administrativa está fuera de contexto o no opera en la realidad, se obedece, pero no se cumple”, de ahí se deriva otra muy nociva: “Las reglas fueron hechas para ser violadas” y, desde luego podríamos encontrar otras derivaciones que desembocan en fenómenos más o menos perniciosos. He aquí algunas:

“Los asuntos delicados enviados para su atención al más alto nivel, son resueltos por el nivel más bajo de la estructura que verdaderamente tiene la práctica para saber que hacer. Generalmente se salta una norma y eso siempre tiene un costo”

“La posible solución real a un problema es deformada por la aplicación de las normas”.

“Una vez decidido un curso de acción específico, éste será criticado hasta que se reconsidere y así sucesivamente”.

“Los hijos de los políticos generalmente heredan las malas mañas, sin alcanzar jamás los logros de los padres. Los hijos de esos políticos de ayer, convertidos en empresarios, son prohombres en la sociedad, sin importar el postulado anterior”.

“La mejor manera de darle en la torre a un jefe, es obedecerlo”.

“El burocrata siempre se protege transfiriendo la responsabilidad hacia arriba, hacia abajo, o hacia los lados”.

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