miércoles, 5 de diciembre de 2007

DE COMO SE AFILIAN NUEVOS BUROCRATAS O “A LA TIERRA QUE FUERES HAZ LO QUE VIERES”

A veces, las cosas más simples suelen explicarnos situaciones o fenómenos complejos. La burocracia como sistema administrativo, como forma de organización, es un fenómeno ampliamente extendido a nivel mundial. Encontramos burocracia en todas partes, en el gobierno, en las empresas, en las escuelas, en los hospitales, en nuestros hogares.
En un sentido coloquial y de uso común, burocracia a menudo equivale a ineficiencia, pereza y desperdicio. .
Yo creo que cuando un joven ingresa a una organización, generalmente no es un burócrata declarado.
Ya trae los genes y el aprendizaje a fuerza de a fuerzas, por haber interactuado con un montón de organizaciones burocráticas un montón de veces a lo largo de su vida.
Sin embargo, todavía se rebela y tiene, como todos los jóvenes, ideales y sueños relacionados con su rol en la evolución de su entorno económico y social.
Excluyo el entorno político, porque en ese ya se tiene que tener un cierto reconocimiento de que tan burócrata puede ser uno. En general, los políticos suelen ser además de burócratas, autócratas y su aprendizaje y práctica merece un análisis separado.
Pero bueno, al comenzar, el aprendiz de burócrata intenta ser eficaz y eficiente y se topa con las actitudes más nefastas, en un entorno que se vuelve hostil casi de inmediato.
Están por un lado los subordinados que suelen navegar con diversas banderas, menos la acostumbrada en estos casos. Pueden ser altamente oportunistas, sumamente críticos respecto a su anterior jefe, evasores profesionales de responsabilidad, pero conocen el teje y maneje de las cosas que han hecho por años, lo que les da cierto poder sobre el jefe.
Hay quien asegura que si de verdad le quieres dar en la torre a tu jefe, tan sólo tienes que obedecerlo, pues tarde o temprano se va a equivocar y tendrá toda la responsabilidad.
Por el otro, están los jefes que también navegan a su propio estilo, que acaban de descubrir el hilo negro, o bien que se sienten paridos por la virgen, que ya analizaron los problemas de esa organización y tienen en sus manos “la solución”.
Curiosamente estas soluciones suelen aumentar los costos y o los gastos, sobre todo las que involucran reingenierías, nuevos sistemas y la automatización de los procesos que elevan el interés por comprar “soluciones novedosas”, “tecnología de punta”, “asistencia de especialistas o expertos” (los extranjeros siempre son mejores que los de acá).
Y todo para que en el siguiente cambio de directivos se “descubra” que todo eso hay que tirarlo a la basura e inventar algo “mucho mejor”, buscando desde luego a los culpables que crearon una solución tan deficiente y que “seguramente” tenían otros intereses.
Finalmente está la cultura burocrática que claramente te deja ver y sentir que todo, absolutamente todo, se hace “como un favor”. Es esto de hoy por ti mañana por mí, es me la debes para cuando lo necesite, es el mira “sólo por tratarse de ti”, es en síntesis un no tengo porque hacerlo pero te voy a echar la mano, sólo porque eres tú.
APF es entonces “Administración por Favor” y aplica para la APF (pública) y para la AP (privada).
¿Cuánto tiempo puede aguantar un joven (mujer u hombre) antes de contaminarse con todo esto; antes de salir sistemáticamente por su café de Starbucks, perdiendo bastante tiempo, porque el café de la oficina es muy malo o simple?
Agreguemos un ingrediente más: la interpretación de las normas, asunto que se vuelve harto complejo por cómo están redactadas y por el enjambre de contradicciones en que suelen caer en su conjunto, al grado que se vuelve muy sencillo meter la pata en su aplicación, lo que implica un riesgo muy alto para cualquier persona, más para los “novatos”, menos para los burócratas de abolengo.
Hasta aquí por ahora, pero después regresaremos a ver estos temas con mayor profundidad…

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